domingo, 16 de enero de 2005

La ganadería y sus interrogantes


ESTOS DÍAS se está debatiendo en la isla de Gran Canaria el futuro de la que fue la mayor empresa de producción y distribución de productos lácteos de Canarias: SIALSA. Esta isla a pesar de ser menos rica en pastos y humedad que Tenerife, ha mantenido más del 50% de las vacas de ordeño del Archipiélago (de las 14.519 vacas, 6.775 se encontraban en la isla de Tamarán). A finales de 2003 se censaban en Canarias 23.454 vacunos, de los que 10.064 estaban en Gran Canaria. Sin lugar a dudas, de la suerte que corra esta empresa va a depender en gran manera el futuro del sector a escala regional. De fondo encontramos un debate en el que radica el futuro de la ganadería en Canarias, mientras la Unión Europea nos está apoyando desde hace años potenciándola y los cabildos apoyan en su mayor parte el desarrollo de este sector con la construcción de infraestructuras. El caso del Cabildo de Tenerife es bastante demostrativo en su apoyo a la ganadería tradicional (Teisol, Benijo, Arico, etc.).

La situación se complica cuando tenemos en cuenta diferentes factores: para empezar, no se ha planificado suelo para ganadería en una isla con 500 habitantes/ Km2; no existe relevo generacional (un mal común en las islas en el sector primario), se carece de una organización fuerte que aglutine y defienda los intereses de los ganaderos. El Sr. Soria, presidente del Cabildo insular, afirma que "para fabricar yogures no hace falta una empresa pública". El PSOE por el contrario defiende que continúe la titularidad pública de SIALSA, como hasta ahora, sin proponer alternativas ni soluciones de futuro. Mientras continúa el debate, lo cierto es que esta empresa se muere poco a poco, con un descenso registrado en la distribución, en los últimos años, de los 70.000 litros/día, en la época de mayor pujanza, a los escasos 10.000 de la actualidad. Si las cosas continúan así dentro de poco no habrá empresa que privatizar y lo que es peor, certificando la defunción de la ganadería insular.
Desde las instituciones competentes, el debate debe situarse por encima de estas consideraciones, de lo público o lo privado. Lo que interesa es el mantenimiento en el futuro de esta actividad tradicional en las mejores condiciones para las empresas o empresarios que apuesten por él, así como para los consumidores que son los que deben acabar comprando estos productos por su calidad y frescura contrastadas. En este sentido, hay algunas preguntas que tenemos que responder como son: ¿Qué política unitaria tenemos para la ganadería canaria? ¿Cómo se apoya a este sector? ¿Para cuando va a existir una política real que no discrimine a los ganaderos respecto a otros sectores agrarios? ¿De qué manera la comercialización de productos lácteos frescos llegan a los consumidores, garantizando unas rentas dignas para los ganaderos sin que estos tengan que mantener un "voto de pobreza" vitalicio?...
Asimismo, no se nos puede olvidar que hay que reclamar una mayor seriedad en la planificación local que tiene que ver con la localización de las infraestructuras ganaderas, de forma que puedan establecerse con continuidad y sin sobresaltos por el avance de la urbanización a todos los rincones de las islas.
De esta manera, parece razonable que el futuro de la ganadería pasa por una acción conjunta en la que empresas privadas y administración empujen el mismo carro en busca de lograr mejorar la situación de los ganaderos locales. De ninguna manera, se pueden dar casos como el de los productores de La Aldea, en Gran Canaria que deben vender la leche fresca de sus cabras a la cooperativa de Benijos, en Tenerife. El problema se ha acrecentado en los últimos años por la irrupción de las grandes superficies que han modificado la distribución de todo el sector de la alimentación en Canarias. Por no hablar del hecho denunciado por las asociaciones ganaderas de importaciones masivas de leche congelada y en polvo para vender como producto hecho en Canarias.
No caben en este tema planteamientos excluyentes o cruces de acusaciones o reproches. Es el interés general el que debe primar. En principio, parece que tendemos hacia la sostenibilidad de una actividad mixta: iniciativas privadas con apoyo de la administración, siempre y cuando se cumplan una serie de condiciones básicas que vayan en beneficio de la actividad tradicional, pero adaptada a los tiempos modernos. Es necesario un debate de fondo sobre alternativas viables, con un plan ganadero que mire hacia el futuro del sector y de la salud alimentaria de la comunidad. Existe una demanda creciente en nuestra sociedad de leche fresca por lo que la actividad puede y debe ofrecer rentabilidad y viabilidad económica, pero la función social que desempeña es aún más importante, fijando población en el medio rural, ofreciendo yacimientos de empleo a la población de las medianías, reduciendo la producción de residuos para los vertederos y de combustible para los incendios en nuestros montes. También es crucial para reducir nuestra crónica demanda de los alimentos importados. Por último, en Gran Canaria también falta un tejido social ganadero como existe en Tenerife, que personas como Ricardo Melchior o Pedro Molina contribuyeron de forma decisiva a crear y que representa un capital humano fundamental para garantizar la supervivencia de esta actividad en la isla. Sin personas que lideren y organicen es muy difícil sacar adelante cualquier empresa en cualquier orden de la economía. En Tenerife los tenemos; al menos en este sector, y en Gran Canaria, no.

Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 16 de Enero 2005