AYER SÁBADO, 5 DE FEBRERO, celebramos un año más de la Ruta
del Almendro, en el municipio de Santiago del Teide, con un recorrido que se
inició en la plaza de la iglesia, continuó Valle Arriba siguiendo hasta Los
Baldíos, Montaña de Bilma, serpenteando entre campos de lavas y almendros, al
noreste de Arguayo, donde finaliza. Cada año se multiplica el número de
personas de toda la isla que acude a Santiago, con problemas incluso para la
organización del evento, liderada por la concejala Mª Candelaria, para poder
incluir a todos los que desean participar. Finalmente, se ha tenido que cerrar
el cupo porque tampoco se trata de convertir esta ruta en una nueva y
multitudinaria "romería".
No obstante, sí que considero que es importante este
creciente interés de los ciudadanos canarios por caminar y recorrer nuestro
territorio natural o agrario, utilizando siempre que podemos los caminos
tradicionales, dejando por unas horas los ríos de asfalto en los que
desarrollamos la mayor parte de nuestra vida diaria. Ya lo vimos hace una
semana en el Camino de Candelaria, ahora se renueva la cita en el suroeste de
la isla. Los montañeros canarios recorren motu propio y sin necesidad de
efemérides cada fin de semana este tipo de territorios, y su número con la
presidencia de Sebastián Gil Ramos no deja de crecer cada año, en beneficio
-creemos- de nuestro medio ambiente. Esta es una de las razones porque desde el
Cabildo Insular de Tenerife los estamos ayudando y hemos firmado recientemente
un convenio de colaboración en actividades de voluntariado. Los montañeros
representan un tejido social que se encuentra claramente orientado hacia el
respeto y protección del medio ambiente que frecuentan y recorren a diario.
Y es que la lectura del paisaje que tenemos cuando
transitamos a pie por rutas como "la del almendro" son más útiles que
muchas lecciones magistrales, que sensibilizan y transmiten la información más
fundamental para el caminante. Mientras dejamos atrás los suelos sedimentarios
de Valle Arriba y nos adentramos en el laberinto de las lavas apenas
erosionadas de las coladas más recientes del vulcanismo tinerfeño, el Chinyero
(1909). En este paisaje aparentemente caótico podemos entender e imaginar la
extraordinaria lucha y esfuerzo del campesino canario por domesticar las
fuerzas de la naturaleza que le habían privado de sus terrenos de cultivo,
plantando un frutal en un estrecho hueco entre coladas, o sembrando centeno
entre los ríos de lava y picón. En medio de este paisaje volcánico de
malpaíses, en los que la lava aún parece caliente, recién salida casi de las
entrañas de la tierra. A pesar de la escasez de suelo agrícola y de la
dificultad para encontrarlo, la sabiduría de nuestra gente logró con no poco
esfuerzo arraigar algunos, no pocos, almendros e higueras, base de la
subsistencia en un medio pobre y poco generoso en sus dones para el hombre. No
será hasta que los primeros alumbramientos de agua aparecen en la zona, en la
década de los treinta del siglo pasado, en que se permite irrigar nuevas
tierras y se supera la dependencia de estas tierras casi yermas pero
paradójicamente productivas y vitales para la población local.
La historia nos muestra incluso en esta zona el último
repartimiento de tierras en la isla de Tenerife, en 1777, en Los Baldíos,
promovido por antiguo Señorío de Adeje, y con el objetivo de ofrecer a los
maltratados vecinos del lugar una necesaria fuente de subsistencia. En estas
tierras, que desde luego no eran un prodigio de fertilidad y riqueza, se
cultivaron cereales y de nuevo frutales, las higueras y los almendros que
flanquean nuestra ya tradicional ruta del almendro.
Además de esta conmemoración y en colaboración con el
Gabinete de Desarrollo Rural del Cabildo Insular, desde hace años venimos
desarrollando un proyecto de recuperación de frutales de secano en la Comarca
de Isora, en el que también participa la Asociación Agrícola Los Poleos. Los
resultados de este trabajo quedan de manifiesto con el censo en las medianías
de los municipios de Adeje, Guía de Isora y Santiago del Teide de 16.182
almendros y 1.803 higueras contabilizadas. Desde el año 1995 venimos
participando en la limpieza y poda de frutales en la zona, así el año pasado
dedicamos cuidados a nada menos que 4.137 almendros y 678 higueras, además de
un número menor de otros frutales. A los que hay que sumar los 2.296 almendros
y 216 higueras del año anterior. Por tanto, aún nos resta limpiar y podar un
número importante de frutales, y lo que es más interesante, la incorporación de
los agricultores a la explotación y mantenimiento de los árboles atendidos,
obteniendo fruta ecológica de alto valor añadido, comprometiéndose, de esta
manera, con el futuro de este paisaje.
En ese sentido, lo más importante es el cambio de tendencia
que estamos consiguiendo, revalorizando el papel de estos frutales centenarios
y adaptados a los territorios de suelo pobre y clima seco, casi olvidados, sólo
recordados por aquellos a los que rescató del hambre. Ese es, sin duda, el gran
triunfo de este proyecto combinado con la celebración de la ya tradicional
"ruta del almendro".
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 6 de Febrero 2005