Hemos celebrado el Día del Árbol Canario, nada menos que el
décimo primero, con un amplio grupo de niños scouts de Tenerife, con sus
respectivos monitores. Esta actividad después de 11 años se ha convertido ya en
una tradición, con más historia que algunas romerías que se celebran en
Canarias.
Más de 300 jóvenes dedicados a la naturaleza canaria, que se
dividieron entre los más pequeños que plantaron árboles de laurisilva en Las
Calderetas, en el monte de El Sauzal, y los mayores, entre 14 y 17 años, que se
dedicaron a limpiar un barranco cercano a la Playa del Ancón, en La Orotava.
Después de tanto tiempo tenemos un álbum de vivencias entrañables, recuerdos de
la ilusión y la dedicación de unos niños llenos de dedicación y compromiso con
la naturaleza. Estos niños a lo largo de estos años han contribuido a alimentar
nuestra fe en conseguir un futuro mejor para esta tierra. Somos conscientes de
que nunca olvidarán estos momentos, en que cogieron un pequeño cedro o pino
canario en sus manos y lo pusieron en la tierra.
En esta sociedad en la que no siempre se valora
adecuadamente el esfuerzo, el trabajo y el compromiso, no creemos que sea bueno
que grupos como la Federación Scout de Tenerife, que realiza una encomiable y
necesaria labor formando cultural, social y ambientalmente con las nuevas
generaciones, permanezcan en el más absoluto anonimato. En este territorio se
tiene quizás demasiada afición al marketing y a la publicidad en medios de
comunicación y se olvida a colectivos que realizan labores encomiables en
defensa de los valores fundamentales del ser humano. En 1995 tuve la
oportunidad de descubrir esta situación junto a Juan Carlos Rojas, hoy
presidente de la Federación Scout, y juntos compartimos el deseo y el ánimo de
"contaminar" a nuestros jóvenes con los temas ambientales y, en
particular, con la recuperación forestal de los montes de la Isla. En ese
momento, desconocía el potencial y la capacidad de esta organización para
movilizar a amplios grupos de niños, formándolos y divirtiéndolos a la vez en
nuestros espacios naturales, en un compromiso cultural y social de sembrar y
plantar futuro. Este hecho pude comprobarlo con niños de apenas 6 años,
provenientes del cemento y del asfalto, que se movían con cierta dificultad
pero con muchísima ilusión por las accidentadas laderas de las cumbres de
Arico, entre Ortiz y El Contador. Esta participación en las primeras
repoblaciones de pinos y cedros canarios, con la ayuda del personal de Medio
Ambiente, dio inicio a una sólida colaboración que este año alcanza los 11 años
y esperamos que cumpla muchos más en el futuro.
Si hoy recorremos la pista de El Contador podremos
contemplar pinos jóvenes que superan los dos metros de altura, árboles que hace
más de una década plantaron niños, hoy adultos y monitores de los jóvenes scout
que repitieron la misma actividad en esencia en Las Calderetas, antes cubiertas
de pinos de California y hoy reforestadas con árboles de la laurisilva
original. Laly Estévez era una de las primeras monitoras del año noventa y
cinco. También estaba el propio Juan Carlos Rojas, y otros hombres y mujeres,
que me disculparán por no citarlos y poder reconocer públicamente su trabajo y
compromiso ambiental y educacional con nuestras nuevas generaciones.
Este artículo no puede ser lo suficientemente extenso como
para expresar el agradecimiento de este consejero al colectivo Scout de
Tenerife por su labor altruista y desinteresada a favor del Medio Ambiente; por
su compromiso y dedicación a la formación de los hombres y mujeres del futuro,
con el objetivo fundamental de consolidar una sociedad más equilibrada,
sostenible y solidaria, tanto en el plano ambiental como en el social. Por todo
ello, gracias y enhorabuena Scouts de Tenerife.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 8 de Enero 2006