domingo, 31 de agosto de 2008

Tijarafe y el agua


SIRVAN estas palabras de homenaje a unas generaciones heroicas de tijaraferos que pusieron ilusión y trabajo para conseguir el tesoro del agua de las entrañas de la tierra. Buscar agua que sabía mejor en la seca piel quemada por el sol de poniente, en un suelo que carecía de fuente que daba el nombre a unos minos que sólo manaban en invierno cuando llovía; situación aún más dura con las características climáticas que tenían y tienen: abundantes horas de sol y poca lluvia.
Tijarafe ha estado a lo largo de su historia y hasta los años sesenta del pasado siglo bebiendo agua del aljibe que se llenaba con las aguas y fango que corrían por los caminos, sólo complementados con agua salobre de pozos costeros construidos al pie del acantilado que era transportada en barriles, odres o folas para abastecer a la población o al ganado. Los pozos del Porís, La Veta o Tinizara nunca endulzaron el paladar de los tijaraferos y la situación se hacía desesperada cuando tenían más de un invierno seco.
Tijarafe era una isla seca dentro de La Palma, rodeada por los acantilados costeros y la pared del Time, con la cumbre mordida por La Caldera y compartiendo penalidades con Puntagorda tras los barrancos de Garome e Izcagua. Es en este marco geográfico cargado de dificultades en el que queremos hacer un homenaje a un pueblo que, con apoyos colectivos e individuales, hoy tiene un importante nivel de bienestar en el que los frutales de secano -almendro, viña, higueras, etc- y los cultivos de regadío -plátanos, aguacates y hortalizas- proporcionan un importante nivel de riqueza a sus moradores; riqueza que debemos gestionar con el máximo cariño para próximas generaciones porque cada almendro, cada cantero, cada aljibe es parte del patrimonio que generaciones de tijaraferos nos han dejado tras una dura lucha cargada de penurias y sacrificios.
Qué decir de la galería del Covoco, del Canal de los Minaderos, del Pozo de la Prosperidad, de las galerías de Aguatavar, Pozo del Noroeste, etc. y otras siete galerías secas; kilómetros de galerías construidas con un pico y una mandarria, ya que en muchos casos se carecía de compresor y dinamita, e incluso con raíles de madera.
La lucha político-económica de un grupo de tijaraferos fue heroica, como pone de manifiesto la creación de la cooperativa La Prosperidad ante una actitud feudal en los primeros riegos en La Punta. Conocí personalmente a don Eloy y la dura lucha que mantuvo con un grupo de tijaraferos por el pozo de La Prosperidad. No conocí personalmente a don Antonio González Yanes, que puso en marcha el canal de la galería de Los Minaderos, la obra que aportó agua para beber a la población del noroeste de La Palma, desde Hoya Grande hasta el Time. Luego han venido otras obras, como el pozo del Noroeste y el canal del Estado.
Tijarafe hoy ha de sembrar y plantar ilusión e imaginación y apostar por un futuro en el que la experiencia del trabajo, del sacrificio, del esfuerzo, regada por el agua y con la juventud de ahora, haga fructificar un futuro en el que agricultura, cultura, naturaleza, turismo, las energías alternativas y otras actividades económicas de los tiempos que corren sean compatibles con todas las tradiciones e historia.
El futuro de Tijarafe es posible en la armonía con la historia, con la naturaleza, con el respeto al pasado en el que las higueras, el almendro o el aljibe no sean sinónimos de miseria y olvido. El futuro hemos de construirlo en armonía con la naturaleza, con raíces de almendros plantados por nuestros abuelos, sin olvidarnos de los pinos escamoteados o afeitados, hijos de una leyes y de la dura supervivencia de cada día.
Sean estas palabras de homenaje y respeto a los hombres y mujeres que han dejado el Tijarafe más próspero social y ambientalmente en la historia de este pueblo. No olvidemos que el agua se alumbró en época de miseria, de emigración, cuando las luces del carburo que alumbraron los túneles de las galerías estaban cargadas de esperanza y de emoción. La generación joven de hoy no defraudará a los que alumbraron con carburo y manejaron la mandarria alimentados con gofio sin conduto. Seguro que no nos van a defraudar.
Los tijaraferos de este homenaje son los hijos y los nietos de la Fuenteovejuna palmera que en el pozo de La Prosperidad hicieron frente en la época predemocrática a la Guardia Civil, que en numerosos momentos detenían a una parte de los agricultores, pero por la puerta trasera del edificio del pozo entraban campesinos sustitutos a defender el agua y la dignidad de un pueblo que no sólo la necesitaba, sino que también les pertenecía porque el barranco de las Angustias y la Caldera de Taburiente no podía sólo aportar bienestar a una parte de los isleños marginando al resto.

Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 31 de Agosto 2008