domingo, 10 de septiembre de 2006

Agricultura y medio ambiente


CUANDO SALIMOS AL MONTE y encontramos nuestras carreteras con importantes cantidades de pinocha en sus bordes, nos preguntamos cuál es la razón por la que no se limpia dicho combustible tan peligroso en los veranos. Los que tenemos responsabilidad con los montes sabemos que en Tenerife queda menos de una docena de empresas dedicadas a la recogida de pinocha para venderla a los agricultores, y éstos tienen numerosas dificultades para mantener su actividad, dado el reducido número de agricultores que compra materia orgánica para los cultivos.
Hace unos años la isla estaba barrida, no había pinocha, así nos cuenta don Francisco Delgado, la empresa más antigua en el sector, y cómo en los años cincuenta y sesenta trajo pinocha de los pinares herreños para Tenerife, dada la demanda en la isla y las carencias de los pinares locales; otro ejemplo no menos expresivo lo tenemos con el Plan de Residuos de la isla de Tenerife, nos encontramos con nuevos problemas, ya que cada día aumentan los residuos que antaño considerábamos y utilizábamos como recursos. Esto quiere decir que gran parte del estiércol, del compost obtenido en el PIRS de Arico, o el fabricado en diversas plantas de tratamiento de restos de jardines, podas, etc., o el elaborado por las empresas dedicadas a recoger pinocha de nuestros montes, es decir, ingentes cantidades de materia orgánica que quedan sin utilizarse para la agricultura y se convierten en un desecho destinado a los vertederos, con el gasto y el esfuerzo que ello conlleva.
La nueva agricultura abandona la biología para decantarse mayoritariamente por la química importada. Esto no sólo ocurre por motivaciones económicas o de rentabilidad, sino que es un fenómeno inducido también por una falsa presunción de modernidad y progreso: lo "artificial", creado en laboratorios, es mejor que lo "natural", defienden los modernos productivistas que se extienden a lo largo y ancho del archipiélago.
Un ejemplo bastante curioso es el representado por los nuevos cultivos de tomates hidropónicos, es decir, sin suelo, esto es, sobre material conocido como lana de roca que recibe directamente los nutrientes y el agua que necesita la planta. Por supuesto, al cabo de un tiempo esa lana de roca se convierte en un nuevo residuo difícilmente reciclable o tratable, no hace falta tierra, no hace falta abonos orgánicos, es, en definitiva, el proceso industrial trasladado a la agricultura, ¿son estos tomates canarios?
Las labores agrícolas demandaban materia orgánica en grandes cantidades hasta hace muy poco, contribuyendo a la limpieza de los montes para prevenir incendios, y ahora se ha convertido la agricultura en productora de residuos, creando un importante problema añadido en una sociedad que tiene el consumo compulsivo y genera cada día más y mayores cantidades de desechos. Otro ejemplo lo tenemos con los purines o las gallinazas que, en tiempos no demasiados lejanos, eran demandados por la agricultura como abono de gran riqueza biológica. Estos y otros restos ganaderos han sido relegados y deben ser llevados con dificultades y costes importantes a las plantas de residuos, para posterior tratamiento con importantes costes añadidos para el ganadero.
Es la intención de este artículo llamar la atención sobre cómo algunas facetas de la nueva actividad agraria devalúa la agricultura tradicional y la producción de alimentos sanos conseguida con las leyes naturales. De ahí que artificialicemos, cada día más, la naturaleza y devaluemos proporcionalmente la calidad de los productos del agro. Por ello, estamos en la obligación de insistir a nuestros agricultores y a los consumidores en última instancia de que debemos apostar por la modernidad sin renunciar a lo natural, que es importantísimo mantener la agricultura relacionada con nuestro suelo y la cultura agraria que lo acomoda. No podemos pretender hipotecar nuestro medio ambiente cada día más con la producción de residuos sin un alto precio por ello. La debilitación del medio natural que esta sociedad está causando de forma creciente, día a día, acabará por pasarnos factura tarde o temprano.

Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 10 de Septiembre 2006