domingo, 11 de marzo de 2007

Los plátanos y la polka de Nijota


CADA POCO, la historia nos obliga a mirar para detrás para poder sembrar el futuro. De esta manera, estamos siendo testigos de cómo el sector más mimado de la agricultura canaria, con importantes inversiones de recursos públicos (sorribas, riego, invernaderos, etc.) y privados (dinero de la inmigración americana y del ahorro de nuestros agricultores), que mantiene aún un importante paisaje agrícola y miles de puestos de trabajo, se viene abajo.

En diciembre, en medio de las numerosas alegrías y celebraciones motivadas por la consecución del acuerdo con la UE, que consolidaba ayudas por algo más de 140 millones de euros hasta 2013, no fuimos capaces de anticipar los problemas que hoy tienen contra las cuerdas a buena parte del sector. La deficiente gestión comercial está llevando a los plataneros a una situación de ruina. Basten unos datos: en el mes de diciembre se pagó a los agricultores canarios entre 10 y 15 céntimos por kilo producido. Aún peor. Estamos ya en marzo y la situación no ha mejorado en absoluto. En el mejor de los casos llegarán a cobrar sobre los 20 céntimos. La cuestión parece aún más inexplicable cuando nos llegan las noticias sobre los precios que pagan los consumidores en la Península, en torno a los 2 euros, es decir, el precio se multiplica, ¡por diez! Y si esto fuera poco resulta que se continúa perdiendo cuota de mercado. En Cataluña, se ha perdido nada menos que el 50 por ciento del mercado y en el resto se manejan cifras que rondan el 30 por ciento. Las multinacionales van creciendo en su penetración en el mercado español, hasta 2 millones de kilos semanales, ante la apatía e indiferencia (o ineptitud) de los gestores canarios, y por la tolerancia que tienen los distribuidores y grandes superficies en los márgenes comerciales en todo el Estado. En numerosas fruterías no tienen plátano canario y, en noviembre, se llegaron a cobrar hasta 3 euros por kilo, es decir, el doble que un kilo de bananos. De esos polvos tenemos estos lodos. A pesar de que el ama de casa peninsular ha preferido el plátano de Canarias, la hemos maltratado con este tipo de situaciones.
¿Qué hacemos en Canarias ante esta situación? Pues estar pendiente de una nueva tormenta "Delta" para que regule de forma "natural" los precios. El pasado año, "gracias" a los efectos catastróficos de este fenómeno meteorológico, nuestros agricultores pudieron cobrar mejores precios ante la menor producción que pudo comercializarse. Sólo 5 millones de kilos semanales frente a los 8 de la actualidad. La pregunta que nos hacemos es qué hace ASPROCAN, la organización platanera responsable de estos temas, ¿es que no es capaz de organizar? ¿No planifica? ¿No promociona? ¿No busca abrir nuevos mercados o al menos conservar los antiguos? ¿Por qué no se pueden vender plátanos más allá de los Pirineos? ¿Acaso no se han enterado de que hemos tenido un invierno seco que ha adelantado la cosecha? ¿Con qué antelación planifica ASPROCAN? Esta semana picamos el 20 por ciento, eso significa que se quedarán en Canarias 2 millones de kilos, es decir, 1 kilo en sólo una semana por cada habitante. Una barbaridad.
En este nuevo mundo de la "aldea global" y de las multinacionales, parece increíble que no tengamos equipos capaces y competentes que establezcan y consoliden una uniformidad comercial, una etiqueta de calidad y una estrategia común para defender nuestros plátanos en el mercado peninsular. ¿Cuántas categorías tenemos en el mercado frente a la uniformidad de las multinacionales? En muchos casos se están vendiendo bananas por plátanos en lugares donde la escasa claridad en la comercialización consigue confundir al consumidor.
Creemos que es el momento para que nuestros agricultores y el resto de la sociedad reaccionen para poner fin a esta situación. Es nuestra obligación defender a un sector que, social y ambientalmente, desempeña un papel clave en Canarias. Tenemos un mercado peninsular y una imagen de marca de calidad consolidada a lo largo de muchas décadas, y ante la incapacidad de sus responsables se nos está escapando entre los dedos. Están faltando ideas nuevas y solidez en la comercialización. Nos resulta especialmente triste que en pleno siglo XXI las palabras del genial Nijota sigan estando vigentes y dándole la razón en esa polka que nuestros queridos sabandeños han popularizado en los últimos veinte años.
Necesitamos una entidad profesionalizada transparente y democrática con capacidad para comercializar la fruta superando la atomización de la oferta canaria. Hoy por hoy, ASPROCAN es totalmente ineficaz. Entre otras cosas, debido a las guerras internas de sus integrantes con intereses contrapuestos.
Las administraciones competentes deben propiciar en el ámbito de nuestros mercados de destino, es decir, la Península, la creación de una organización que reúna a consumidores, distribuidores y agricultores. De esta manera se lograría una mayor transparencia y justicia en los precios finales de nuestra fruta. Este problema alcanza a todo el Estado y a diferentes productos. La cuestión se agrava ante el dato de que el 80 por ciento de los productos generados por el sector primario se distribuye en hipermercados y grandes superficies. En este sentido también debemos reflexionar sobre la conveniencia de mantener el actual sistema de ventas en consignación o ir paulatinamente hacia uno de ventas en firme.
Es mi intención terminar con un mensaje positivo. Uniformizar calidad y oferta es necesario y posible en Canarias. También hay que añadir que no todos los males son hijos de ASPROCAN. En definitiva, aún podemos enderezar el rumbo de esta nave, antes de que encalle en los acantilados costeros o que, peor aún, naufrague en medio del Atlántico. En esa tarea debemos colaborar y ayudar todos, sin excepciones.

Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 11 de Marzo 2007