sábado, 24 de marzo de 2007

Fenómeno meteorológico ¿adverso?


EL LENGUAJE como vehículo de comunicación, cargado de contenido, o el lenguaje devaluado, hueco y lleno de adjetivos vacíos ante la pérdida de contenido de la palabra. ¿Estamos empleando el término "adverso" de forma adecuada cuando hablamos del tiempo atmosférico en Canarias? Veamos algunos datos: desde finales de enero hasta el día 14 de marzo no llovió en Canarias.
Los cultivos de secano y la vegetación sufrían una sequía prolongada en pleno invierno; se perdieron numerosas cosechas de papas, incluso en las medianías húmedas de Los Realejos y San Juan de la Rambla; una semana antes, el domingo 11 de marzo, tuvimos que correr a apagar un incendio en los altos de Los Realejos, que no pudo ser extinguido totalmente hasta el día siguiente. En este contexto, el del invierno más seco de los últimos años, se anuncian lluvias para el día 14 bajo la denominación de "fenómeno meteorológico adverso". ¿Adverso? ¿Para quién?
Se declara una situación de alerta "naranja" porque llueve en invierno. Nuestro servicio meteorológico parece que sólo está pendiente de la playa y del turismo soleado. Por supuesto, nos parece necesario que se advierta a las personas que recorren la isla de los puntos de mayor riesgo, por desprendimientos, barrancos, acantilados, etc., de que deben tomar precauciones. Hay que decir bien claro que no es razonable que desde el martes 13, durante una semana, estemos todos los días inmersos en un "fenómeno meteorológico adverso", con excepción del jueves 15 que tuvimos siroco, es decir, tiempo sur con calima que -según parece- equivale a buen tiempo, tiempo de playa.
Esta semana pasada hemos sido "bendecidos" con las lluvias más importantes del invierno en toda la vertiente norte de Tenerife y las terceras en la ladera sur, comparables a las del primero de noviembre y el 26 de enero, con precipitaciones próximas a los 60 litros/m2 (Archifrías, Cho Blas, Chajaña, Majada del Río, etc.)
En el Norte, en algunos puntos, las lluvias de esta semana han superado a las caídas en todo el resto del invierno, cubriendo un importante déficit hídrico. Mientras padecimos la sequía tuvimos que regar las nuevas plantaciones de la reforestación en los altos del Valle de La Orotava o en El Rosario. En este marco de relaciones de la naturaleza y, en particular, del agua como fuente de vida para las plantas y, como recurso básico, para cubrir las necesidades de la población, hemos tenido la gran fortuna de atravesar una última semana cargada de agua y esperanza para la vida natural y, por supuesto, para la economía rural.
Por lo tanto, señores meteorólogos y responsables de protección civil, les pido que tengan la bondad de modificar su vocabulario o, al menos, adaptarla a la tierra sobre la que teorizan. Nada de adversidades ni de desgracias. Los rescates en el Teide o en el Barranco de Masca eran personas que estaban en lugares inadecuados con las condiciones de tiempo anunciadas. Los cierres de colegios y otras instalaciones entran en el capítulo de inconvenientes de una sociedad urbana que despliega miles de kilómetros de vías de comunicación ignorando la Geografía, con unos modos y pretensiones que se alejan cada día más del medio natural, aquí o en Nueva Orleáns, Katrinas, Deltas y 31 de marzo, se carece de medios para anunciar lo que ocurre en cada Km2 de suelo y los litros que caen cada hora.
Hemos de ser muy prudentes en las instalaciones e infraestructuras en las proximidades de los cauces públicos, cuidando su mantenimiento. No podemos pedir que "papá administración" nos diga si sacamos el paraguas por la mañana. La lluvia, el viento y el siroco actúan sin permiso de los humanos, con o sin cambios climáticos, con síndromes del 31 de marzo o del Delta, con comportamientos diferentes entre dos puntos situados al canto de un gallo. Esa es la naturaleza, no le podemos poner puertas ni horarios de aperturas. Esperamos que en Canarias sigamos llamando buen tiempo a los días de lluvia, y que el refrán de una lluvia en marzo y otra en abril se cumpla también este año.
La sequía ha sido siempre una adversidad en la vida de los canarios. La lluvia ha constituido una necesidad y una demanda ansiosa de los pobladores del archipiélago, desde los guanches hasta la Virgen de los Reyes, en la Dehesa del Hierro. La fiebre de las playas y las desaladoras no son razones de peso para desplazar a la lluvia a un apartado negativo, asociado a la inseguridad y a la incomodidad. No puede esperarse que el tiempo funcione con un mando a distancia, a la carta: lluvia en la higuera y sol en la era.

Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 24de Marzo 2007