domingo, 10 de junio de 2007

Los plátanos: éxito en Bruselas, aquí la casa sin barrer


LAMENTABLEMENTE, después de conseguir unos buenos resultados en las negociaciones en Bruselas, en nuestra casa las cosas continúan por mal camino. Algunas veces da la sensación de que por mucho tiempo que llevemos denunciando una situación, las cosas apenas cambian y eso es lo que ocurre con el plátano de Canarias, nuestro principal producto de exportación. Los problemas "familiares" continúan comprometiendo la pervivencia de este cultivo tan importante no sólo para la economía insular sino para el medio ambiente y el paisaje de las islas, incluso el coste de la vida, ya que los plátanos pagan el flete de retorno de los barcos que nos abastecen.

El período electoral ha pasado y apenas hemos recibido mensajes de los candidatos a la Presidencia del Gobierno de Canarias, acerca de su compromiso con el sector platanero y el agro en su conjunto, con la excepción de Paulino Rivero o de la ministra de Agricultura en su visita a la Isla Bonita. Tristemente, parece que el tema estrella de la campaña ha sido Las Teresitas. En definitiva, para la mayor parte de los políticos el campo no existe ni tan siquiera en la campaña electoral.
Ante estas circunstancias resulta oportuno señalar que este cultivo, que aún mantiene la mayor superficie regada del Archipiélago, próxima a las 10.000 hectáreas, está "pidiendo agua por señas", es decir, en lo que va de año los agricultores han cobrado entre 10 y 30 céntimos por kilogramo o, lo que es lo mismo, no han cubierto los costes de producción, que se sitúan en los 60 céntimos por kilo. En Las Galletas, sólo en agua, se gastan entre 15 y 20 céntimos por kilo de plátanos. En estos momentos, sólo las ayudas europeas son capaces de invertir la balanza. Sin embargo, no se espera su llegada hasta final de año, haciendo aún más dura la temporada. En este marco de relaciones socioeconómicas no resulta extraño que numerosas fincas vayan siendo abandonadas progresivamente por los agricultores, cansados de tanto luchar, año tras año, con escasos resultados. Lo que resulta aún más sorprendente es que un consumidor peninsular pague entre 1,5 y 2 euros en la Península y sobre 1,2 euros en Santa Cruz de Tenerife. Esta diferencia escandalosa evidencia bien a las claras quien está sacando los verdaderos beneficios de la agricultura canaria y no son los productores, precisamente.
La comercialización sigue siendo el talón de Aquiles del sector, por lo que volvemos a solicitar que se tomen medidas que resuelvan o palíen esta problemática que compromete la supervivencia de un cultivo que además de economía de miles de familia equivale a paisaje, medio ambiente y pervivencia de la cultura y el mundo rural. La presión continua de las multinacionales de la distribución y la concentración de la demanda les permite una mayor competitividad frente a la tradicional atomización de los productores canarios, divididos en 30 ó 40 marcas diferentes, con una clasificación que obedece más a caprichos que a calidades. Todo esto supone una carga demasiado pesada para nuestro producto estrella y una tensión interna creciente que nos divide y debilita día a día, entre las entidades comercializadoras, en teoría unidas en ASPROCAN, pero que en el fondo subyace un mundo de miserias y de cortedad de miras.
Por todo esto pretendemos con estas líneas que nuestros agricultores y también los que tenemos responsabilidades políticas hagamos un nuevo esfuerzo por desvirtuar la tan repetida polka de Nijota, desterrándola de nuestra vida diaria y marginándola sólo a los conciertos de Los Sabandeños. La realidad incuestionable es que los agricultores continúan cobrando -cuando cobran- precios ruinosos para su trabajo y esfuerzo. Por no hablar de los millones de kilos (más de 10 en lo que va de año) que han sido arrojados a los barrancos de las islas mientras en la inmensa mayoría de los restaurantes canarios es imposible conseguir siquiera un dedo de plátanos. En estas condiciones, no es fácil atisbar un horizonte mejor para nuestros agricultores plataneros a no ser que se realice un esfuerzo colectivo y unitario, y se luche contra la división existente entre producción y comercio, que recorren caminos distintos. Ya resulta utópico pensar que somos capaces de encontrar mercados allende Los Pirineos, pero al menos sería imprescindible que realizáramos un esfuerzo serio por conservar a los únicos compradores que aún continúan comprando fielmente nuestros plátanos, los consumidores peninsulares. Ya hemos perdido una importante cuota de nuestro mercado dada nuestra escasa fuerza y organización para defenderlo, sin embargo aún estamos a tiempo de corregir el rumbo de esta nave a la deriva. Es urgente y necesario una mayor unión y liderazgo que hoy parece brillar por su ausencia. Unificar marcas, empaquetados y entidades, pero también actuando y participando en la comercialización en destino, incluidas algunas mínimas cotas de mercado al norte de los Pirineos, por lo que resulta fundamental y prioritario actuar con criterios profesionales, superando nuestras miserias locales.
Tenemos que pactar un precio fijo razonable para los agricultores, superando el actual sistema de venta en consignación, para ello hemos de conseguir unas relaciones más fluidas entres las entidades comercializadoras y los consumidores. De esta forma, lograríamos un comercio más comprometido con la agricultura y garantizaríamos el futuro de este importante sector.

Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 10 de Junio 2007