EL MARTES PASADO celebramos el Día de Canarias en el
Instituto de Secundaria de Las Galletas, en el sur de Tenerife, con diferentes
actos organizados por sus profesores y alumnos, que tenían mucho que ver con el
rescate de nuestra historia y nuestras tradiciones. Para ello lograron reunir a
dos insignes "catedráticos" de la Universidad de la vida, D. Salvador
González Alayón y D. Gabriel Rancel. Estos sabios del territorio hicieron un
repaso de la historia vivida por el sur de Tenerife, años difíciles en los que
el único centro docente de la comarca era el farero de Rasca. En esos tiempos,
los niños que podían estudiar apenas aprendían "las cuatro reglas" y,
en el mejor de los casos, tenían un único libro llamado "El Catón".
Unos años más tarde se construyó la primera escuela que también sirvió de
improvisado cuartel durante los periodos bélicos de las grandes guerras
europeas.
En la década de los cincuenta se construyó una escuela
unitaria en terrenos de la finca de Los Tavío y los primeros niños del sur
pudieron tener un amago de educación, sin embargo no sería hasta unos años
después hasta que se extendió la educación a la infancia de toda la comarca.
Hoy, la zona cuenta con numerosos centros escolares, entre ellos este instituto
de enseñanza media. Es evidente que tanto a nivel geográfico como
socioeconómico el cambio experimentado por esta tierra es sencillamente
radical. Se pasó de la siembra de los cereales de secano a los primeros amagos
de regadío, con aguas traídas desde Vilaflor, hasta que allá por los cincuenta
los canales de Fasnia y Arico alcanzaron estas tierras sureñas y posibilitaron
cultivos más productivos.
Este sencillo acto del Día de Canarias estuvo cargado de una
simbología que tiene que ver con los recuerdos de tiempos de penurias y
dificultades y con los cambios a mejor en la sociedad, en la educación y en la
economía de la zona, que es un ejemplo perfecto de la brusquedad en la
transformación de Canarias en apenas unas décadas. De estar descalzos los
niños, de carecer de agua potable y de un mínimo de alimentos de subsistencia,
consumiendo incluso gofio de cosco, hemos pasado a tener un instituto con más
de 20 nacionalidades, hijos de la inmigración que no para de crecer en un
territorio de enorme dinamismo económico. Hasta los años cincuenta la comarca
fue netamente emigrante e incluso -paradojas del destino- en la costa de Las
Galletas naufragó un barco cargado de emigrantes gomeros, "La
Breñusca". En la misma zona que llegan hoy cayucos del vecino continente
africano. Antes los desheredados de la tierra éramos nosotros y ahora son
otros.
Desde un punto medioambiental estos hombres de la
"antigua Canarias" nos describieron como en Rasca y en toda la costa
cercana, la falta de combustible y la miseria eran la nota dominante, lo que
les obligaba a utilizar cardones y tabaibas como leña para cocinar y
calentarse. Eran tiempos en los que las cabras pastoreaban a su libre albedrío
comiendo todo lo que se les pusiera por delante, eliminaban verodes, tabaibas
dulces, magarzas, etc.? No había otra opción en una tierra escasa en sus
frutos.
Es necesario -creemos- recordar esta historia para todos
aquellos que sólo ven en Canarias especulación, cemento, asfalto y destrucción
del paisaje. No sólo existen el blanco y el negro, hay muchos grises en nuestra
evolución histórica y no tenerlos en cuenta supone un lujo que no nos podemos
permitir. La reflexión es necesaria y clara y hemos de asumir que no siempre
todo el tiempo pasado fue mejor, ni social ni ambientalmente. No es serio ni
riguroso afirmar que el Medio Ambiente de la isla estaba mejor en estos tiempos
de escasez. En ese sentido, hay que decir que ni somos la "Arcadia
Feliz" ni la bíblica "Sodoma y Gomorra" que algunos tratan de
hacernos ver.
Creemos que lo ocurrido esta semana pasada en éste y otros
cientos de centros escolares de Tenerife y del archipiélago representa una
nueva lección de cómo se construye una comunidad y una sociedad. Somos un
pueblo que ha recorrido un largo camino en el plano social y en el ambiental y,
por supuesto, estamos obligados a afrontar un nuevo compromiso social en
defensa de la conservación de nuestros recursos naturales, de nuestro suelo
agrícola y, en definitiva, de cuidar al máximo nuestro Medio Ambiente,
valorando en positivo lo que tenemos y lo que pretendemos legar a nuestros
hijos.
En este marco territorial estas jornadas de canariedad deben
apostar por recuperar la voz de "nuestros sabios" supervivientes y
entender que el faro de Rasca y su entorno natural es uno de los espacios
naturales protegidos mejor conservados de Canarias gracias -entre otras cosas-
a que tenemos una economía que nos permite no depender de un sobrepastoreo y de
una demanda de combustible como tuvieron las generaciones de don Salvador y de
don Gabriel Ramsel.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 3 de Junio 2007