domingo, 3 de junio de 2007

Del Faro de Rasca al Día de Canarias


EL MARTES PASADO celebramos el Día de Canarias en el Instituto de Secundaria de Las Galletas, en el sur de Tenerife, con diferentes actos organizados por sus profesores y alumnos, que tenían mucho que ver con el rescate de nuestra historia y nuestras tradiciones. Para ello lograron reunir a dos insignes "catedráticos" de la Universidad de la vida, D. Salvador González Alayón y D. Gabriel Rancel. Estos sabios del territorio hicieron un repaso de la historia vivida por el sur de Tenerife, años difíciles en los que el único centro docente de la comarca era el farero de Rasca. En esos tiempos, los niños que podían estudiar apenas aprendían "las cuatro reglas" y, en el mejor de los casos, tenían un único libro llamado "El Catón". Unos años más tarde se construyó la primera escuela que también sirvió de improvisado cuartel durante los periodos bélicos de las grandes guerras europeas.

En la década de los cincuenta se construyó una escuela unitaria en terrenos de la finca de Los Tavío y los primeros niños del sur pudieron tener un amago de educación, sin embargo no sería hasta unos años después hasta que se extendió la educación a la infancia de toda la comarca. Hoy, la zona cuenta con numerosos centros escolares, entre ellos este instituto de enseñanza media. Es evidente que tanto a nivel geográfico como socioeconómico el cambio experimentado por esta tierra es sencillamente radical. Se pasó de la siembra de los cereales de secano a los primeros amagos de regadío, con aguas traídas desde Vilaflor, hasta que allá por los cincuenta los canales de Fasnia y Arico alcanzaron estas tierras sureñas y posibilitaron cultivos más productivos.
Este sencillo acto del Día de Canarias estuvo cargado de una simbología que tiene que ver con los recuerdos de tiempos de penurias y dificultades y con los cambios a mejor en la sociedad, en la educación y en la economía de la zona, que es un ejemplo perfecto de la brusquedad en la transformación de Canarias en apenas unas décadas. De estar descalzos los niños, de carecer de agua potable y de un mínimo de alimentos de subsistencia, consumiendo incluso gofio de cosco, hemos pasado a tener un instituto con más de 20 nacionalidades, hijos de la inmigración que no para de crecer en un territorio de enorme dinamismo económico. Hasta los años cincuenta la comarca fue netamente emigrante e incluso -paradojas del destino- en la costa de Las Galletas naufragó un barco cargado de emigrantes gomeros, "La Breñusca". En la misma zona que llegan hoy cayucos del vecino continente africano. Antes los desheredados de la tierra éramos nosotros y ahora son otros.
Desde un punto medioambiental estos hombres de la "antigua Canarias" nos describieron como en Rasca y en toda la costa cercana, la falta de combustible y la miseria eran la nota dominante, lo que les obligaba a utilizar cardones y tabaibas como leña para cocinar y calentarse. Eran tiempos en los que las cabras pastoreaban a su libre albedrío comiendo todo lo que se les pusiera por delante, eliminaban verodes, tabaibas dulces, magarzas, etc.? No había otra opción en una tierra escasa en sus frutos.
Es necesario -creemos- recordar esta historia para todos aquellos que sólo ven en Canarias especulación, cemento, asfalto y destrucción del paisaje. No sólo existen el blanco y el negro, hay muchos grises en nuestra evolución histórica y no tenerlos en cuenta supone un lujo que no nos podemos permitir. La reflexión es necesaria y clara y hemos de asumir que no siempre todo el tiempo pasado fue mejor, ni social ni ambientalmente. No es serio ni riguroso afirmar que el Medio Ambiente de la isla estaba mejor en estos tiempos de escasez. En ese sentido, hay que decir que ni somos la "Arcadia Feliz" ni la bíblica "Sodoma y Gomorra" que algunos tratan de hacernos ver.
Creemos que lo ocurrido esta semana pasada en éste y otros cientos de centros escolares de Tenerife y del archipiélago representa una nueva lección de cómo se construye una comunidad y una sociedad. Somos un pueblo que ha recorrido un largo camino en el plano social y en el ambiental y, por supuesto, estamos obligados a afrontar un nuevo compromiso social en defensa de la conservación de nuestros recursos naturales, de nuestro suelo agrícola y, en definitiva, de cuidar al máximo nuestro Medio Ambiente, valorando en positivo lo que tenemos y lo que pretendemos legar a nuestros hijos.
En este marco territorial estas jornadas de canariedad deben apostar por recuperar la voz de "nuestros sabios" supervivientes y entender que el faro de Rasca y su entorno natural es uno de los espacios naturales protegidos mejor conservados de Canarias gracias -entre otras cosas- a que tenemos una economía que nos permite no depender de un sobrepastoreo y de una demanda de combustible como tuvieron las generaciones de don Salvador y de don Gabriel Ramsel.

Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 3 de Junio 2007