EL PASADO viernes, 13 de julio, un grupo de laguneros,
comprometidos con la tierra y sus gentes, realizamos por tercer año consecutivo
un merecido homenaje a un animal que -con toda seguridad- ha sido el mayor
auxiliar que ha tenido la humanidad y que con un mínimo de exigencia en
alimentación y atenciones ha aportado trabajo y ayuda al hombre en el periodo
preindustrial o, mejor llamado, en el "pre-petrolero" que, en Canarias,
se prolongó hasta bien entrada la década de los cincuenta del pasado siglo.
Hoy, el burro es apenas una reliquia del pasado, una especie en vías de
extinción. Una sociedad consumista y derrochadora no necesita de sus virtudes y
lo abandona a su suerte, a la deriva, hasta que desaparezca de la faz de la
tierra, a excepción de algún circo o zoológico que coleccione especies
"raras".
Sólo la acción de personas aisladas o de algunos colectivos
sociales frena este proceso de abandono y marginación de un elemento fundamental
del campo canario y español a lo largo de muchos siglos. Con dificultades,
encontramos todavía algunos ejemplares de "plateros" repartidos por
la geografía de esta isla, protegidos por estos colectivos o por algún
romántico del agro. No escucharán ustedes a nadie que clame por su conservación
y protección real como elemento vivo y por su más que posible utilidad cuando
el petróleo deje de ser abundante y barato (cada vez menos).
El acto celebrado en la plaza del Adelantado en La Laguna no
tiene vocación de recordatorio de viejas nostalgias y romanticismos, sino de un
reconocimiento actual al importante papel desempeñado por este animal,
vilipendiado sin recato como sinónimo de pobreza e ignorancia, contrapuesto a
la modernidad y a lo "progre", vinculado a las nuevas tecnologías,
derrochadoras y esclavas de los combustibles fósiles. A pesar de lo cual, nadie
se corta lo más mínimo para hablar con reiteración de sostenibilidad. A mitad
del siglo pasado aún teníamos más de 100.000 burros (de cuatro patas) en
Canarias transitando por estos andurriales.
Vivimos en una civilización petrolera que consume 80
millones de barriles diarios cuando no hace tanto, en los años cincuenta, la
producción total difícilmente alcanzaba los 10 millones. El año pasado, China,
el gigante asiático, ya se constituyó en el segundo matriculador mundial de
coches con la nada despreciable cifra de 5 millones de vehículos y continúa
creciendo como demandadora creciente de combustibles fósiles. A esto se añade
la "fiebre" de los biodiesel, generados a partir de los alimentos.
Sólo en el último año, al plantearse Europa y EEUU imitar a Brasil en la
producción de biocombustibles, se han doblado los precios de los cereales. Así
ha ocurrido en muchos lugares y Canarias no ha sido una excepción.
En ese sentido, resulta oportuno que nos hagamos la
siguiente pregunta: ¿sobran de verdad alimentos en el planeta para dedicarlos a
la fabricación de biocombustibles? El culto al coche como máximo elemento de la
"Creación" y objetivo primordial de la Humanidad. En cambio,
recordamos que los burros nos prestaban su trabajo alimentados con unos palotes
de maíz, un puñado de cerrillos o unos gramos de paja. En Canarias, en los
últimos cincuenta años, hemos pasado de cultivar 2.000 m2 de tierra por habitante
a unos escasos 200, es decir, de un total de 150.000 Has., en 1950, a sólo
44.000 Has. en la actualidad.
En esta coyuntura, insistimos en que el acto promovido por
AGATE no es un brindis al sol para enmarcar en un museo. El campo y la
naturaleza no pueden ser modas pasajeras, equivalen a sembrar el futuro con
semillas y culturas de lo mejor de nuestro pasado. En definitiva, entre el
burro y el etanol, nos quedamos con el primero, ya que para obtener sólo un
litro del segundo necesitamos invertir 5 litros de agua, energía y suelo de
cultivo.
De verdad, comienzo a estar un poco cansado de los que se
llenan la boca diciendo que el biodiesel es la principal alternativa de futuro
contra el petróleo y que la producción de comida sigue siendo clave para la
humanidad. Las "bioalternativas" verdaderas, las tradicionales, como
la agricultura y la ganadería, no pueden ser arrojadas al basurero de la
historia impunemente y sin que la sociedad civil oponga resistencia. En ese
sentido quiero transmitir de nuevo mi más sincera enhorabuena a los amigos
canarios del burro, del campo y de la ganadería, para que no cejen en su empeño
de mantener su defensa y conservación.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 22 de Julio 2007