domingo, 8 de julio de 2007

San Benito y las vacas


LA ROMERÍA de San Benito cumple hoy 30 años desde el momento en que un grupo de jóvenes, del club juvenil de San Benito, algunos ya ganaderos y todos defensores del campo, unidos por la preocupación por los problemas sociales y agrarios, rescataron una antigua tradición olvidada, incorporando el arrastre, con ello trataban de salvar la pureza de la cabaña ganadera canaria en las tierras de Aguere. De esta manera, se revitalizó la participación de los ganaderos en la citada efeméride con sus animales y carretas.
Ganadería moderna y el ancestral arrastre recuperados por una sociedad de carácter urbano era algo impensable, y este entusiasta grupo de amantes del mundo rural lo hizo posible hace tres décadas. Es cierto que hasta la década de los cincuenta tenemos referencias de arrastres en torno a la plaza del Cristo. Sin embargo, no fue hasta hace 30 años en que se institucionalizó la participación activa de los ganaderos. No fue nada fácil. La coyuntura era adversa, los productos lácteos y cárnicos locales tenían que rivalizar con los importados (en sistema "dumping", en numerosas ocasiones). A esto se añadía una nueva cultura de residencia rural, con las consecuencias negativas de que se intentaba (y se conseguía en muchas ocasiones) expulsar al ganadero alegando problemas de malos olores, higiene o sanitarios, basado en un marco legal pensado desde la ciudad y apoyado por la fuerza de los votos de los nuevos residentes.
Afortunadamente, en este tiempo transcurrido han sucedido muchas cosas, algunas buenas, y por ello hay que felicitar públicamente a Pedro Molina y al resto de asociados de AGATE que han hecho posible el resurgir de la ganadería en Tenerife; de igual manera hay que extender ese reconocimiento a buena parte de los responsables políticos locales, tanto a los alcaldes democráticos como al actual presidente del Cabildo Insular, don Ricardo Melchior, que tanto han luchado a lo largo de estas últimas décadas por devolver a la ganadería el orgullo y la importancia perdida. Se ha logrado restaurar un mayor respeto a los hombres y mujeres que dedican su vida a ganarse la vida con esta actividad del sector primario. No es ninguna casualidad que -hoy- en La Laguna tengamos más del 40 por ciento de los vacunos de la isla. Pero también es cierto que de La Laguna el ejemplo cundió en otras partes de la isla, en La Palma y Gran Canaria, lo que demuestra que San Benito supuso un punto de inflexión para la ganadería regional.
Y desde aquí, desde Aguere, los ganaderos han irradiado su ejemplo al resto de Canarias, de que es posible aun hoy, en pleno siglo XXI, apostar por el mundo agrario y salir adelante con dignidad. Es verdad que muchas veces en este espacio que me brinda el periódico EL DÍA aprovechamos para denunciar los problemas y las incertidumbres de agricultores y ganaderos de las islas, sin embargo no es menos cierto que debemos reconocer los aciertos y los éxitos para luchar contra el pesimismo y la fatalidad que pueden llegar a invadirnos algunas veces. Las modernas queserías, la comercialización eficiente, la defensa y recuperación de la "vaca basta", la promoción de las Sociedades de Arrastre (La Palma, Gran Canaria y Tenerife), la potenciación de las granjas de gallinas, cerdos y conejos. En otras palabras: se ha sacado al sector de la marginalidad, revalorizando su papel en la sociedad. Este crecimiento ha logrado frenar las denuncias a los ganaderos por las supuestas ilegalidades, malos olores, etc., cuando lo único que han hecho es permanecer en sus establos y granjas habituales y han sido las urbanizaciones residenciales las que han invadido sus inmediaciones. En datos económicos se materializan en que el sector ganadero supere en cifras económicas al valor total de las exportaciones de plátano.
Por todo esto -sin ningún tipo de triunfalismos- y sin haber alcanzado aún las 52.000 vacas que tuvo la isla en la década de los cincuenta, hay evidencias que incitan al optimismo. Se vuelven a incorporar jóvenes al trabajo vinculado a la ganadería que, más allá de participar de forma deportiva en los concursos de arrastre o llevar romeros "urbanitas" por las calles de Aguere, supone la mejor prueba de que este sector tiene futuro. Hay que decir bien alto que existen muchos hombres y mujeres canarios que se sienten orgullosos de trabajar en el campo, sin complejos de ningún tipo y con ilusión por el futuro. En ese sentido, la popularidad creciente de las romerías ha favorecido una mejor actitud hacia la ganadería, revalorizando su trabajo asociado al campo. Ya no se siente inferioridad respecto a la mentalidad urbana que había desplazado a la marginalidad a este tipo de actividades, incómodas para el nuevo modo de vida moderno. Comenzamos a ver -de nuevo- cereales cultivados en numerosas fincas, hasta hace muy poco cubiertas de matorrales, limpiándolas y librando al fuego potencial de combustible para un incendio.
La romería de San Benito es algo más que una referencia folclórica, religiosa y simbólica. Se trata de un encuentro multitudinario que nos reconcilia con nuestros orígenes y con la historia de este pueblo. Una reivindicación social que revaloriza el campo y su cultura, aún en los genes de esta sociedad ya mayoritariamente urbana, que dignifica a los campesinos y al mundo rural en su conjunto. Por todo ello, muchos de nosotros encontramos sobradas razones para vestirnos de "magos", hoy domingo, no sólo por lo que nos dicta el corazón, sino también por lo que nos dice la cabeza. Tenemos la responsabilidad colectiva de apoyar a un grupo de personas, de paisanos, que mantiene cultura, paisaje y nuestra despensa (con productos frescos), con su trabajo y un ímprobo esfuerzo.
Hoy, día de la romería de San Benito, en julio de 2007, no sólo celebramos una fiesta cargada de tradición, sino también supone una siembra de esperanza por la recuperación de la actividad agrícola-ganadera, en Tenerife y en Canarias, que tenemos que apoyar desde la política y las administraciones con un marco legal que defienda y proteja el suelo rústico de la voracidad de la urbanización. Una vez expuestas las razones para la celebración de esta fiesta que es algo más que una romería, no nos queda nada más que añadir excepto que ¡Viva San Benito!

Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 8 de Julio 2007