LA ROMERÍA de San Benito cumple hoy 30 años desde el momento
en que un grupo de jóvenes, del club juvenil de San Benito, algunos ya
ganaderos y todos defensores del campo, unidos por la preocupación por los
problemas sociales y agrarios, rescataron una antigua tradición olvidada,
incorporando el arrastre, con ello trataban de salvar la pureza de la cabaña
ganadera canaria en las tierras de Aguere. De esta manera, se revitalizó la
participación de los ganaderos en la citada efeméride con sus animales y carretas.
Ganadería moderna y el ancestral arrastre recuperados por una sociedad de
carácter urbano era algo impensable, y este entusiasta grupo de amantes del
mundo rural lo hizo posible hace tres décadas. Es cierto que hasta la década de
los cincuenta tenemos referencias de arrastres en torno a la plaza del Cristo.
Sin embargo, no fue hasta hace 30 años en que se institucionalizó la
participación activa de los ganaderos. No fue nada fácil. La coyuntura era
adversa, los productos lácteos y cárnicos locales tenían que rivalizar con los
importados (en sistema "dumping", en numerosas ocasiones). A esto se
añadía una nueva cultura de residencia rural, con las consecuencias negativas
de que se intentaba (y se conseguía en muchas ocasiones) expulsar al ganadero
alegando problemas de malos olores, higiene o sanitarios, basado en un marco
legal pensado desde la ciudad y apoyado por la fuerza de los votos de los
nuevos residentes.
Afortunadamente, en este tiempo transcurrido han sucedido
muchas cosas, algunas buenas, y por ello hay que felicitar públicamente a Pedro
Molina y al resto de asociados de AGATE que han hecho posible el resurgir de la
ganadería en Tenerife; de igual manera hay que extender ese reconocimiento a
buena parte de los responsables políticos locales, tanto a los alcaldes
democráticos como al actual presidente del Cabildo Insular, don Ricardo
Melchior, que tanto han luchado a lo largo de estas últimas décadas por
devolver a la ganadería el orgullo y la importancia perdida. Se ha logrado
restaurar un mayor respeto a los hombres y mujeres que dedican su vida a
ganarse la vida con esta actividad del sector primario. No es ninguna
casualidad que -hoy- en La Laguna tengamos más del 40 por ciento de los vacunos
de la isla. Pero también es cierto que de La Laguna el ejemplo cundió en otras
partes de la isla, en La Palma y Gran Canaria, lo que demuestra que San Benito
supuso un punto de inflexión para la ganadería regional.
Y desde aquí, desde Aguere, los ganaderos han irradiado su
ejemplo al resto de Canarias, de que es posible aun hoy, en pleno siglo XXI,
apostar por el mundo agrario y salir adelante con dignidad. Es verdad que
muchas veces en este espacio que me brinda el periódico EL DÍA aprovechamos
para denunciar los problemas y las incertidumbres de agricultores y ganaderos
de las islas, sin embargo no es menos cierto que debemos reconocer los aciertos
y los éxitos para luchar contra el pesimismo y la fatalidad que pueden llegar a
invadirnos algunas veces. Las modernas queserías, la comercialización eficiente,
la defensa y recuperación de la "vaca basta", la promoción de las
Sociedades de Arrastre (La Palma, Gran Canaria y Tenerife), la potenciación de
las granjas de gallinas, cerdos y conejos. En otras palabras: se ha sacado al
sector de la marginalidad, revalorizando su papel en la sociedad. Este
crecimiento ha logrado frenar las denuncias a los ganaderos por las supuestas
ilegalidades, malos olores, etc., cuando lo único que han hecho es permanecer
en sus establos y granjas habituales y han sido las urbanizaciones
residenciales las que han invadido sus inmediaciones. En datos económicos se
materializan en que el sector ganadero supere en cifras económicas al valor
total de las exportaciones de plátano.
Por todo esto -sin ningún tipo de triunfalismos- y sin haber
alcanzado aún las 52.000 vacas que tuvo la isla en la década de los cincuenta,
hay evidencias que incitan al optimismo. Se vuelven a incorporar jóvenes al
trabajo vinculado a la ganadería que, más allá de participar de forma deportiva
en los concursos de arrastre o llevar romeros "urbanitas" por las
calles de Aguere, supone la mejor prueba de que este sector tiene futuro. Hay
que decir bien alto que existen muchos hombres y mujeres canarios que se
sienten orgullosos de trabajar en el campo, sin complejos de ningún tipo y con
ilusión por el futuro. En ese sentido, la popularidad creciente de las romerías
ha favorecido una mejor actitud hacia la ganadería, revalorizando su trabajo
asociado al campo. Ya no se siente inferioridad respecto a la mentalidad urbana
que había desplazado a la marginalidad a este tipo de actividades, incómodas
para el nuevo modo de vida moderno. Comenzamos a ver -de nuevo- cereales
cultivados en numerosas fincas, hasta hace muy poco cubiertas de matorrales,
limpiándolas y librando al fuego potencial de combustible para un incendio.
La romería de San Benito es algo más que una referencia
folclórica, religiosa y simbólica. Se trata de un encuentro multitudinario que
nos reconcilia con nuestros orígenes y con la historia de este pueblo. Una
reivindicación social que revaloriza el campo y su cultura, aún en los genes de
esta sociedad ya mayoritariamente urbana, que dignifica a los campesinos y al
mundo rural en su conjunto. Por todo ello, muchos de nosotros encontramos
sobradas razones para vestirnos de "magos", hoy domingo, no sólo por
lo que nos dicta el corazón, sino también por lo que nos dice la cabeza.
Tenemos la responsabilidad colectiva de apoyar a un grupo de personas, de
paisanos, que mantiene cultura, paisaje y nuestra despensa (con productos
frescos), con su trabajo y un ímprobo esfuerzo.
Hoy, día de la romería de San Benito, en julio de 2007, no
sólo celebramos una fiesta cargada de tradición, sino también supone una
siembra de esperanza por la recuperación de la actividad agrícola-ganadera, en
Tenerife y en Canarias, que tenemos que apoyar desde la política y las
administraciones con un marco legal que defienda y proteja el suelo rústico de
la voracidad de la urbanización. Una vez expuestas las razones para la
celebración de esta fiesta que es algo más que una romería, no nos queda nada
más que añadir excepto que ¡Viva San Benito!
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 8 de Julio 2007