domingo, 12 de agosto de 2007

Los pensionistas y el fuego


EN NUMEROSAS OCASIONES a lo largo y ancho de las zonas quemadas quedan unos islotes verdes o barreras de tierras labradas que han hecho de muro contra el fuego; hay casos tan expresivos como el Valle de Arriba en Santiago del Teide en el que sobreviven unas isletas de viña como único espacio verde en este territorio. Es decir, las tierras balutas se quemaron mientras que las que cavaron, podaron y azufraron nuestros campesinos, ahora en su mayoría pensionistas, han quedado como testigo verde.

En Masca existen pequeñas parcelas cultivadas como única referencia verde de este bello rincón. En el amplio espacio que va desde Los Campeches hasta la montaña de Topete, en La Guancha, las tierras de pansembrar, ahora cultivadas de papas, han sido el frente norte del fuego y nos han permitido defender gran parte de los caseríos de Icod El Alto, Fuente del Bardo, La Guancha, de las llamas Es decir, aquí anclamos los contrafuegos para defender dichos caseríos en las tierras cultivadas.
En este mismo estado de cosas, podemos ver zonas de Erjos, Ruigómez, San José de los Llanos, en el que las tierras labradas nos permitieron defendernos de las llamas. Mientras en Icod, con un mayor abandono de tierras de cultivo, ahora cubiertas por zarzales, helechos y espinos, el fuego descendió de manera más importante o como en otros casos, las tierras abandonadas pusieron en aprieto a los vecinos de Redondo, Las Abiertas o La Florida.
El incendio del pasado domingo 29 de julio en Ruigómez lo pudimos defender en un importante frente gracias a las tierras labradas. En una palabra, la universidad de la vida nos ha dado una lección: la prevención es un tema importante en la lucha contra el fuego. Por todo ello, en las proximidades de las casas hemos de tener barreras libres de maleza y de pino. Sin embargo, podemos sustituirlo por monteverde. Es decir, nuestras fayas y otros conjuntos del monteverde que no sea brezo son un importante barrera para defendernos del fuego. Y por ello, en cualquier planteamiento de futuro, necesitamos un marco legal que nos obligue a todos, vecinos, agricultores y Administración, a tener limpios de vegetación y en particular de matorrales de zarza, helechos, espinos, escobones, etc, los entornos de las zonas pobladas y de las vías de comunicación. Dicho tema legal, hasta el momento no resuelto, debe ser claro y contundente.
Tema éste al que tenemos que dirigirnos, sobre todo, en las fincas particulares del monte para que sus propietarios hagan trabajos de limpieza en las vías y accesos, así como en las fincas antaño cultivadas, hoy 'balutas', en las que habrá que plantearse que cada año sus propietarios han de labrarlas una vez en la primavera. En caso contrario, hemos de tener un marco legal que nos permita realizar dicha labor por parte de la Administración con cargas económicas asignadas a los propietarios o, si se dispone y el erario público lo permite, con cargo a la Administración para la prevención de los incendios. En este marco, tiene que haber una obligación de gestión en las fincas de monte particulares para evitar este problema.
De cualquier manera, hemos de plantear que aquellos campos antes cultivados y hoy ocupados por zarzales, tojales y helecheras o escobones los debemos de tener limpios cada verano, dada la capacidad de combustible que se genera en torno a los mismos. Así, en relación con la prevención, para el futuro de esta Isla hemos de hacer mejoras en vegetación más resistente al fuego, que en la ladera norte de Tenerife por abajo de los 1.500 metros ha de ser monteverde, mientras en el sotavento de la Isla pueden ser frutales (higueras, almendros y otros) que nos permitan tener espacios abiertos y limpios para defendernos del fuego. Así, hemos visto como algunas fincas que estaban limpias en los altos de Los Baldíos, en Santiago del Teide, han sobrevivido al fuego, mientras el resto han sido prácticamente calcinadas. En el caso de las palmeras en Masca, no sólo tenemos que limpiar todos los palmerales sino llegar a acuerdos con los vecinos para evitar que las palmeras estén en las proximidades de las viviendas.
En un recorrido en la periferia del fuego queda de manifiesto que la prevención es la principal herramienta con la que podemos trabajar, pues desde Topete, en La Guancha, a Los Campeches, en Los Realejos, o desde Cerro Gordo, en Icod, hasta el Monte del Agua y Bolico en Los Silos y Buenavista, las principales barreras al fuego no sólo las hemos puesto los equipos de defensa del monte sino la vegetación que nos ha ayudado de manera importante a salvar el valle de El Palmar, parte este de San José de Los Llanos y todo ese importante conjunto entre Erjos y Genovés o el Monte del Agua y la cumbre de Bolico. Aún estamos en pleno verano y todos debemos limpiar los entornos de las viviendas y, en particular, el espacio que va desde Ejros hasta Los Canales.
Por ello es totalmente viable en esta vertiente norte de Tenerife tener los caseríos protegidos con laurisilva y monteverde, aparte de barreras de limpieza en las proximidades de las casas. Igual podemos hablar del sotavento de la Isla en el que en estos años hemos limpiado desde el Cabildo con la asociación agraria Los Poleos más de 3.000 árboles en Guía de Isora y Santiago del Teide y que ahora, por la falta de mantenimiento, ha quemado este fuego. En este estado de cosas, hemos de plantearnos el volver a plantar higueras y almendros en todo este espacio, en tanto en cuanto la generación joven esté dispuesta a colaborar, puesto que lo que se ha mantenido hasta ahora es gracias a los actuales pensionistas, otrora campesinos que trabajaban a diario el campo y ayudaban a su mantenimiento y conservación, más allá de la relación sentimental que siguen manteniendo con el mismo.
Tema éste que esperemos que nuestros jóvenes entiendan: para luchar contra el fuego necesitamos un mayor acercamiento al sacho, a la podona, a los cultivos ecológicos, a una vida más sana. La lucha contra el fuego no la resolvemos comprando más máquinas terrestres o aéreas y haciendo de Rambo la noche del incendio. Hagamos prevención para evitar, al menos parcialmente, los efectos del próximo incendio, eliminando las plantas pirofitas (zarzales, helechos, tojos, escobones, magarzos, etc) de los entornos habitados y cercanos a los bordes de los barrancos. Y cambiemos también la actitud de los responsables públicos hacia los hombres y mujeres del medio rural; dignifiquemos social y económicamente al que trabaje y cuide el campo.
Si queremos luchar contra el fuego y por tener un equilibrio ambiental y estratégico, debemos mirar otra vez para las tierras antaño cultivadas y ahora ocupadas por la maleza. Aquí, una vez más, la cultura de nuestros campesinos nos da una lección. Así pues, abramos el libro no escrito de la cultura de este pueblo y entendamos muchas cosas.

Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 12 de Agosto 2007