EN NUMEROSAS OCASIONES a lo largo y ancho de las zonas
quemadas quedan unos islotes verdes o barreras de tierras labradas que han
hecho de muro contra el fuego; hay casos tan expresivos como el Valle de Arriba
en Santiago del Teide en el que sobreviven unas isletas de viña como único
espacio verde en este territorio. Es decir, las tierras balutas se quemaron
mientras que las que cavaron, podaron y azufraron nuestros campesinos, ahora en
su mayoría pensionistas, han quedado como testigo verde.
En Masca existen pequeñas parcelas cultivadas como única
referencia verde de este bello rincón. En el amplio espacio que va desde Los
Campeches hasta la montaña de Topete, en La Guancha, las tierras de pansembrar,
ahora cultivadas de papas, han sido el frente norte del fuego y nos han
permitido defender gran parte de los caseríos de Icod El Alto, Fuente del
Bardo, La Guancha, de las llamas Es decir, aquí anclamos los contrafuegos para
defender dichos caseríos en las tierras cultivadas.
En este mismo estado de cosas, podemos ver zonas de Erjos,
Ruigómez, San José de los Llanos, en el que las tierras labradas nos
permitieron defendernos de las llamas. Mientras en Icod, con un mayor abandono
de tierras de cultivo, ahora cubiertas por zarzales, helechos y espinos, el
fuego descendió de manera más importante o como en otros casos, las tierras
abandonadas pusieron en aprieto a los vecinos de Redondo, Las Abiertas o La
Florida.
El incendio del pasado domingo 29 de julio en Ruigómez lo
pudimos defender en un importante frente gracias a las tierras labradas. En una
palabra, la universidad de la vida nos ha dado una lección: la prevención es un
tema importante en la lucha contra el fuego. Por todo ello, en las proximidades
de las casas hemos de tener barreras libres de maleza y de pino. Sin embargo,
podemos sustituirlo por monteverde. Es decir, nuestras fayas y otros conjuntos
del monteverde que no sea brezo son un importante barrera para defendernos del
fuego. Y por ello, en cualquier planteamiento de futuro, necesitamos un marco
legal que nos obligue a todos, vecinos, agricultores y Administración, a tener
limpios de vegetación y en particular de matorrales de zarza, helechos,
espinos, escobones, etc, los entornos de las zonas pobladas y de las vías de
comunicación. Dicho tema legal, hasta el momento no resuelto, debe ser claro y
contundente.
Tema éste al que tenemos que dirigirnos, sobre todo, en las
fincas particulares del monte para que sus propietarios hagan trabajos de
limpieza en las vías y accesos, así como en las fincas antaño cultivadas, hoy
'balutas', en las que habrá que plantearse que cada año sus propietarios han de
labrarlas una vez en la primavera. En caso contrario, hemos de tener un marco
legal que nos permita realizar dicha labor por parte de la Administración con
cargas económicas asignadas a los propietarios o, si se dispone y el erario
público lo permite, con cargo a la Administración para la prevención de los
incendios. En este marco, tiene que haber una obligación de gestión en las
fincas de monte particulares para evitar este problema.
De cualquier manera, hemos de plantear que aquellos campos
antes cultivados y hoy ocupados por zarzales, tojales y helecheras o escobones
los debemos de tener limpios cada verano, dada la capacidad de combustible que
se genera en torno a los mismos. Así, en relación con la prevención, para el
futuro de esta Isla hemos de hacer mejoras en vegetación más resistente al
fuego, que en la ladera norte de Tenerife por abajo de los 1.500 metros ha de
ser monteverde, mientras en el sotavento de la Isla pueden ser frutales
(higueras, almendros y otros) que nos permitan tener espacios abiertos y
limpios para defendernos del fuego. Así, hemos visto como algunas fincas que
estaban limpias en los altos de Los Baldíos, en Santiago del Teide, han
sobrevivido al fuego, mientras el resto han sido prácticamente calcinadas. En
el caso de las palmeras en Masca, no sólo tenemos que limpiar todos los
palmerales sino llegar a acuerdos con los vecinos para evitar que las palmeras
estén en las proximidades de las viviendas.
En un recorrido en la periferia del fuego queda de
manifiesto que la prevención es la principal herramienta con la que podemos
trabajar, pues desde Topete, en La Guancha, a Los Campeches, en Los Realejos, o
desde Cerro Gordo, en Icod, hasta el Monte del Agua y Bolico en Los Silos y
Buenavista, las principales barreras al fuego no sólo las hemos puesto los
equipos de defensa del monte sino la vegetación que nos ha ayudado de manera
importante a salvar el valle de El Palmar, parte este de San José de Los Llanos
y todo ese importante conjunto entre Erjos y Genovés o el Monte del Agua y la
cumbre de Bolico. Aún estamos en pleno verano y todos debemos limpiar los
entornos de las viviendas y, en particular, el espacio que va desde Ejros hasta
Los Canales.
Por ello es totalmente viable en esta vertiente norte de
Tenerife tener los caseríos protegidos con laurisilva y monteverde, aparte de
barreras de limpieza en las proximidades de las casas. Igual podemos hablar del
sotavento de la Isla en el que en estos años hemos limpiado desde el Cabildo
con la asociación agraria Los Poleos más de 3.000 árboles en Guía de Isora y
Santiago del Teide y que ahora, por la falta de mantenimiento, ha quemado este
fuego. En este estado de cosas, hemos de plantearnos el volver a plantar
higueras y almendros en todo este espacio, en tanto en cuanto la generación
joven esté dispuesta a colaborar, puesto que lo que se ha mantenido hasta ahora
es gracias a los actuales pensionistas, otrora campesinos que trabajaban a
diario el campo y ayudaban a su mantenimiento y conservación, más allá de la
relación sentimental que siguen manteniendo con el mismo.
Tema éste que esperemos que nuestros jóvenes entiendan: para
luchar contra el fuego necesitamos un mayor acercamiento al sacho, a la podona,
a los cultivos ecológicos, a una vida más sana. La lucha contra el fuego no la
resolvemos comprando más máquinas terrestres o aéreas y haciendo de Rambo la
noche del incendio. Hagamos prevención para evitar, al menos parcialmente, los
efectos del próximo incendio, eliminando las plantas pirofitas (zarzales,
helechos, tojos, escobones, magarzos, etc) de los entornos habitados y cercanos
a los bordes de los barrancos. Y cambiemos también la actitud de los
responsables públicos hacia los hombres y mujeres del medio rural;
dignifiquemos social y económicamente al que trabaje y cuide el campo.
Si queremos luchar contra el fuego y por tener un equilibrio
ambiental y estratégico, debemos mirar otra vez para las tierras antaño
cultivadas y ahora ocupadas por la maleza. Aquí, una vez más, la cultura de
nuestros campesinos nos da una lección. Así pues, abramos el libro no escrito
de la cultura de este pueblo y entendamos muchas cosas.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 12 de Agosto 2007