domingo, 14 de octubre de 2007

Fernando Alonso y la pinocha


HACE ALGUNOS AÑOS en mis clases de la Universidad, le explicaba a los alumnos cómo el modelo americano de la vida -American way of life- no era exportable, y como ejemplo podemos señalar que en los años setenta Estados Unidos, con el 5% de la población del planeta, demandaba el 30% de petróleo mundial. Los hechos me han roto todas las teorías.

El pasado domingo, numerosos compatriotas se levantaron de madrugada para contemplar a un asturiano compitiendo con un coche en un circuito construido en lo que había sido hasta hace poco un campo de arroz y en el país que había hecho una revolución, entre otras cosas, soñando con un reparto equitativo del arroz. Sin embargo, ahora hacen pistas para carreras de coches, y disputan a los americanos y a nosotros el petróleo y las materias primas, ocupando un segundo puesto en la demanda mundial de este preciado elemento, parece que nada de esto es asumido en nuestras islas, sobre todo en lo referente al uso de recursos y la redistribución de los mismos, en la que los alimentos y el petróleo son una clara referencia.
Mientras que por aquí, y en otros puntos, soñamos con la alquimia de los biocombustibles, es decir, transformar materia orgánica en combustible para los coches, también esa moda la queremos implantar en Canarias y se está proponiendo, entre otras cosas, convertir la pinocha en combustible, alguien ha pensado cuántos quintales de pinocha hemos de sacar de nuestros barrancos para cubrir solo la demanda del coche de Fernando Alonso.
Y si asociamos la pinocha al fuego, debemos destacar el enorme papel que juega la misma como fertilizante del suelo y acuíferos frenando la erosión. No hace mucho tiempo la retirábamos del monte en una economía de miseria para abonar los campos, mientras que ahora madrugamos para contemplar las carreras de coches en pistas construidas sobre arrozales que alimentaban a millones de seres humanos. Ahora parece que ya no sueñan con un plato de arroz, sino que la felicidad la da el automóvil.
De momento hemos de mirar el campo con más respeto, sobre todo, porque se están rompiendo los equilibrios de antaño.
Lo más grave no es que Fernando Alonso y sus colegas ruedan sus máquinas sobre suelos sedimentarios del Río Amarillo en el mundo del monzón, sino que han entrado en los sueños de millones de seres. El año pasado solo los chinos compraron más de cinco millones de coches, que demandan petróleo que contaminan y una gran parte de sus conductores que no siembran arroz, ni trigo compran millones de toneladas de alimentos en el mercado de la aldea global. Mientras tanto, nosotros pensamos con biocombustibles obtenidos de rolos de plataneras y pinochas en unas islas en las que un porcentaje bastante alto de la población cada día le tiene más alergia al sacho, mientras nos alimentamos con productos importados.
Nunca pensé que el modelo americano consumista fuera exportable al Mar de la China, también creo, que un tema como éste traerá consecuencias imprevisibles para todo el planeta en el que asociamos la felicidad con los coches.
Parece que por aquí aún no nos hemos enterado de cuál es la situación real de nuestra sociedad, por eso nos levantamos de madrugada a contemplar a unos señores que nos incitan a derrochar combustible, olvidándonos del suelo, la historia y la cultura del territorio que pisamos, pero eso sí, asociamos la pinocha al biocombustible.

Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 14 de Octubre 2007