ESTA SEMANA los hechos han puesto de manifiesto que
vivimos en un sistema económico y social frágil, que los recursos básicos y la
presión demográfica son elementos que hemos de tener presentes en cada momento
y que no es una majadería hablar de la población y los límites que podemos
soportar, aunque el señor López Aguilar y otros digan que "ancha es
Castilla" y que en Europa y las UE la libre circulación, bla, bla, bla.
El corte de agua de una población que abarca a más de
cincuenta mil personas es un ejemplo de los cambios habidos en las islas en los
últimos años. La cosa se complica, ya que hemos pasado de demandar menos del
20% de las aguas que alumbraban la Isla para uso de la población, a superar el
65 %, obras hechas para atender las demandas agrícolas, siendo un caso único en
España de unas demandas urbanas de esta magnitud, sin apenas aportes económicos
del Estado. Por lo tanto, no es serio hacer responsable a la iniciativa privada
de un problema del Estado, más allá de que se actúe ante unos posibles
delincuentes de los hechos. El agua que tenemos en más de un 90% de las casas
de Tenerife y La Palma ha sido alumbrada y canalizada con el trabajo y el esfuerzo
de nuestra gente y es la hora de que el Estado realice más inversiones, tal y
como hacen para el resto de los españoles.
El vertido de gasoil en el Canal de Araya es un análisis de
libro de lo que ha ocurrido en Canarias en los últimos cincuenta años. Desde el
Valle de Güímar y Candelaria se suministraba agua a la población y la
agricultura por los canales más altos: Araca y Río Portezuelo desde Valle de
Guerra hasta Punta del Hidalgo y los canales más bajos, de Araya y Güímar-Santa
Cruz a la zona costera del Este de la isla, desde Santa Cruz hasta Igueste de
Candelaria.
Los canales aportan agua para la agricultura y, en menor
medida, para la población, pues de Hoya Fría hasta Igueste de Candelaria apenas
teníamos población. Hoy ha desaparecido la agricultura y la demanda es
totalmente urbana, siendo el Canal de Araya el más importante, ya que el
acuífero se agotó por la sobreexplotación.
Los canales los hicieron comunidades de accionistas, es
decir la iniciativa privada, la Administración Pública, y en particular, el
Estado que aporta agua potable en todo el territorio de Cádiz a Bidasoa. Sin
embargo, aquí, en Canarias, no se ha puesto un céntimo hasta hace unos años con
obras como Los Campitos y la presa del Río, en Arico. Esta situación ha sido
corregida parcialmente con las desaladoras. Por ello, ni el Cabildo, como pide
el PSOE, ni la iniciativa privada son responsables de que las cosas estén como
están.
El Canal de Araya tiene un buen estado de conservación pese
a que discurre por una topografía problemática, alejado en muchos puntos de la
carretera. No parece lógico ni es de recibo hacer responsables de lo ocurrido a
la Comunidad del Canal y al Cabildo. Claro que hemos de mejorar las obras
hidráulicas, obras que fueron construidas hace cincuenta o sesenta años, cuando
la Isla tenía poco más de trescientas mil personas, que en su mayoría no tenía
agua corriente en casa. Además, el agua era para riego, mientras que hoy más
del 60% la destinamos al consumo urbano.
Hace algo más de veinte años defendimos un papel de la
Administración del Estado en las llamadas "autopistas" del agua,
canal de circunvalación de la Isla, así como la prioridad en el uso del agua
para la población local y la agricultura, con obligación de desalación para
usos turísticos.
Los hechos nos han dado la razón, los paraguazos valieron la
pena, cosa que no nos alegra. Sin embargo, no es serio hacer responsable de la
situación actual a los que hemos alumbrado el líquido elemento en las entrañas
de la tierra. Asumamos que el agua es un recurso escaso, aquí, en todo el mundo
y en Tenerife.
Y asumamos que ahora tenemos más de un millón de usuarios y
que cuando se construyó el Canal de Araya, éramos poco más de trescientos mil
en toda la Isla. La mayoría carecía de agua potable y hoy afortunadamente
demandamos los mismos derechos que los usuarios del Canal de Isabel II en
Madrid. Corrijamos el proverbio castellano "agua que no has de beber
déjala correr" y mojémonos todos en busca de soluciones a los problemas.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 18 de Noviembre 2007