EL ESTADO de la agricultura de Canarias debe llevarnos a
hacer una profunda reflexión para empezar, hoy mejor que mañana, a ponerle
solución. Sin embargo, la cuestión no es fácil. En el debate de los
presupuestos de la Comunidad Autónoma, el PSOE infravalora la agricultura,
situándola en algo menos del 2% del Producto Interior Bruto, hecho que merece,
como mínimo, varias explicaciones. Estas líneas no pretenden corregir tales
datos ni plantear que hemos de mejorar las partidas destinadas al agro, algo en
lo que estamos de acuerdo ahora y hace veinte años.
Lo que nos preocupa es que no tengamos un debate profundo
sobre el campo y la alimentación de nuestro pueblo aquí y en la Ibérica ante la
situación internacional en la que petróleo y alimentos van de la mano, en la
que parece que ha terminado una época alegre de comida barata y excedentes
alimenticios en una parte del mundo, en la que el presupuesto de una familia
media pasó de dedicar más del 50% de sus ingresos a la alimentación a situarla
en menos del 20%.
Atrás quedan los tiempos de las cabras de las azoteas de Las
Palmas de Pepe Monagas y del estraperlo y ahora es posible que tengamos que
hablar de la alimentación en Canarias como un tema estratégico. Cuando don
Manuel Marcos ridiculiza la política agraria de la Comunidad Autónoma tiene que
plantear qué han hecho sus compañeros de partido -socialistas ellos- con la
ganadería en Asturias y Galicia, que la han reducido a menos de la mitad, con
lo que ahora no hay leche.
Por ello es bueno que tengamos un debate sobre la cesta de
la compra, sobre el suelo agrícola y sobre la formación profesional y el agro,
pues ahora o en los tiempos de Esaú y Jacob, la comida es importante. Pero
también sobre la defensa del suelo agrícola, como bien plantean los ganaderos de
La Laguna. Y ante esto debemos decirle al señor López Aguilar que no, que la
agricultura no se soluciona así. El modelo que defiende su partido para el agro
no ofrece alternativas a los problemas que tenemos en Canarias y en todo el
conjunto del Estado.
Hemos de hablar de otro modelo, ya que el actual está
agotado. La tecnología creó un espejismo sobre un productivismo agrario de un
campo sin agricultores, vacas casi manantial con producciones de más de diez
mil litros por vaca al año, transgénicos y otros milagros en la producción de
cereales; y también descubrimos problemas nuevos como la fiebre aviar, vacas
locas o el suelo que se agota.
La España peninsular y las islas han sido agraviadas desde
la costa de Asturias hasta La Restinga y ahora tenemos que importar leche
incluso para fabricar las quesadillas. Claro que hemos de hablar del campo y de
los presupuestos para la agricultura, tanto del compromiso de las Comunidades
Autónomas como de los compromisos no cumplidos por Madrid en sus obras
hidráulicas en Canarias y otras partidas para agricultura, así como en las
ayudas que tienen los productos agroganaderos importados en las islas y el
control fitosanitario en los puertos por los que han entrado no sólo fraude
sino también nuevas plagas.
El PIB y la agricultura son algo más que un dato
estadístico. En consecuencia, de que tengamos o no agricultura en las islas
depende no sólo una alimentación más sana y una seguridad alimenticia para
nuestro pueblo, sino también un paisaje y una cultura. Desgraciadamente, ese
debate no se ha abierto ni en Canarias ni en Madrid en los últimos años. Sin
embargo, el Cabildo de Tenerife sí ha tenido un compromiso con la misma, como
pone de manifiesto el plan de balsas, las bodegas, queserías, etc.
Cuando hablamos del campo, también debemos reflexionar sobre
el déficit educativo formativo, tanto en el Estado como en la Comunidad
Autónoma, en la que el sector primario continúa en el limbo. No sólo tenemos un
problema de relevo generacional, sino un alejamiento entre el agro y todo el
sistema educativo formativo, con lo que nos encontramos los centros de
formación profesional de Tacoronte, Arucas y Los Llanos infrautilizados.
Por lo tanto, el debate de los presupuestos y el agro no es
coyuntura electoral, como plantea López Aguilar con su "ustedes son un
desastre y yo tengo la única verdad, síganme, que los salvo". No señor.
Recuperar un millón de vacas de leche que se han sacrificado en España en los
últimos años no es fácil. Necesitamos al menos tres años para criarlas y que
den leche, pero ¿qué ganaderos se encargarán de hacer ese trabajo?
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 11 de Noviembre 2007