domingo, 9 de marzo de 2008

¿Sachos a pilas?


VIVIMOS en una cultura mediática en la que apenas se habla de los recursos y de los costes ambientales de un mundo marcado por los procesos de urbanización. De tal manera que, de los algo más de 6.000 millones de personas que vivimos en este planeta, las estimaciones dicen que más del 50% moran en ciudades o zonas urbanas o "bidonvilles" (ciudades de bidones, latas y tablas). La alimentación ha perdido puntos considerando que la producción de la comida era un proceso industrial en el que las máquinas y los fertilizantes prescindían del hombre, es decir, de nuestros campesinos, para todo este proceso y la modernidad era sinónimo de poblaciones activas en el sector primario inferiores, incluso, al 3%.

Es curioso que en Canarias estos días que estamos hablando del crecimiento del paro veamos nuestros campos balutos mientras las importaciones de alimentos se han disparado y, lo que es más preocupante, no siempre tenemos claro dónde comprar dichos alimentos. Es decir, que podemos encontrarnos un día con dinero, pero sin nada que poner en la mesa. Aquí se ha implantado una cultura en la que parece que no hace falta nadie en el campo y que todo lo resuelven las máquinas y fertilizantes y ya solo falta que inventen el sacho "a pilas".
Entremos en materia. De las 150.000 hectáreas cultivadas hace 40 años, ahora cultivamos menos de 40.000. Valga como referencia el debate que tienen estos días la consejería de Agricultura y Economía con relación al Régimen Especial de Abastecimientos (REA) con respecto a los cereales, en el que en estos momentos creemos que, de manera acertada, se está debatiendo el destinar una parte importante de las ayudas a los cereales para abastecimiento humano y para la ganadería. Es decir, el REA está reduciendo las ayudas que no son productos de primera necesidad para potenciar las importaciones de cereales para abastecimiento y alimentación de la cabaña ganadera, algo básico para nuestra supervivencia. Por tanto, habrá que mirar más hacia la tierra y buscar el autoabastecimiento y no depender tanto de las importaciones.
Veamos más datos. En Canarias importamos sólo en cereales algo más de 500 millones de kilos, o lo que es lo mismo, si calculamos que cada hectárea produce una media de 4.000 kilos, la superficie necesaria para producir los cereales que demandamos superan las 132.000 hectáreas. Tema éste para reflexionar dada la importancia que tienen los cereales en la alimentación humana y la situación internacional en los distintos mercados y en la que en estos momentos, de manera afortunada por parte del Gobierno de Canarias, se está planteando destinar unos 72 euros de ayuda por tonelada para los cereales importados. O lo que es lo mismo, nuestros ciudadanos deben saber que las tierras no son solares sino que deben mirarlas con el mimo y el respeto de aquellas generaciones en las que o cultivábamos y teníamos cosecha o teníamos hambre y emigración.
De ahí que estas líneas pretenden hacer una reflexión crítica sobre el agro, el campo, los campesinos y la cultura agraria en una sociedad básicamente urbana cargada de espejismos y sueños que nos pueden dar un disgusto cualquier día. Por ello, el campo, los agricultores y la cultura agraria no son algo de nostalgia de románticos frustrados, sino que es algo básico en cualquier compromiso de presente y futuro de esta tierra. Y, en consecuencia, tenemos que mirar con el máximo respeto a lo que nos queda en el mundo rural y, por supuesto, a la hora de comprar alimentos, si es posible, hacerlo con los productos más cerca, más frescos y que generan trabajo, riqueza y estabilidad a los hombres y los mujeres de esta tierra.

Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 9 de Marzo 2008