domingo, 28 de septiembre de 2008

Los galenos y el sacho


QUERIDO LECTOR, mientras cada día se agravan los problemas económicos en estos que ahora llamamos aldea global, en la que nos ponen como referencia las propuestas del señor Bush, que carga sobre las arcas públicas setecientos mil millones de dólares para tapar los agujeros que banqueros y pícaros han dejado al descubierto. Es decir, más de tres mil dólares por cada americano.

Aquí la crisis toca en la puerta de numerosas familias. El señor Zapatero dice que los banqueros españoles son serios y nosotros seguimos aprobando leyes para proteger fauna y flora. El sector primario es vital para cualquier sociedad, en mayor medida para las sociedades asentadas en territorios insulares. Cualquier sociedad y territorio que desproteja este sector está avocada al fracaso; por ello, debemos dotarnos de normas que protejan el territorio, la flora, la fauna, pero también la agricultura como actividad cercana para la generación de riqueza y de empleo; para la preservación del medio rural; para la confirmación del paisaje característico de esta Isla y, cómo no, también para la protección del medio ambiente (las tierras cultivadas constituyen cortafuegos).
Por ello, apelo a todos los que conforman la sociedad de Tenerife, en el ámbito que nos corresponda, a recetar la actividad agrícola para mejorar la salud y la calidad de vida.
Somos muy dados a buscar responsables de nuestros males en una cultura maniquea de infierno-paraíso. No pretendemos hacer responsables de los problemas agrarios a la función educadora de los médicos, lo que sí queremos plantear es que las rutas del colesterol existentes en casi todos los pueblos (al igual que gran parte de los gimnasios), tienen que ver con nuestros hábitos de vida urbana, con la recomendación que nos hacen los responsables sanitarios sobre el ejercicio para quemar parte de lo que sobra en nuestro organismo.
En este estado de cosas, echamos de menos unas recomendaciones de nuestros queridos galenos sobre los tratamientos para el colesterol con armas de "paz", sacho, rozaderas, etc., etc. Para producir alimentos frescos y sanos que hacen paisaje y cultura, siendo también buenos para frenar los incendios forestales y, en consecuencia, cambio climático, ahorrando toneladas de petróleo en traer a las islas alimentos (conservados en frío) de lugares tan alejados como Nueva Zelanda, Chile, Brasil, etc., etc.
Por supuesto que somos conscientes de que ésta no es la labor de nuestros galenos, como hemos planteado al titular el artículo, lo hemos puesto como referencia de salud y urbanización de toda la cultura, incluidas la rural, en la que resulta pintoresco ver a nuestros queridos "magos" encabados en "chandail" o chándal entre bardos de zarzas que ahogan los frutales que plantaron nuestros abuelos. En esa dura lucha que hicieron nuestros campesinos para dejarnos un territorio habitable construido, muchas veces sobre laderas y malpaís; o bien, oasis de jable en las peladas laderas de sotavento.
Por eso, queridos galenos, sería de agradecer, si es posible, que incluyan en las recomendaciones para bajar los "michelines" no sólo nadar o caminar, sino también alguna tabla que reconozca la equivalencia del sacho o las rozaderas, por tratarse de armas muy útiles para limpiar nuestros campos de maleza, pero también para mejorar la salud.
No pretendemos que suspendan los gimnasios ni las rutas del colesterol establecidas; sólo que abran nuevas vías y que contribuyan con nuestras mentes urbanícolas acomplejadas, por proceder del medio rural (medio tan maltratado social y culturalmente). Ahora, vuelvan al campo por prescripción facultativa, puesto que la crisis agraria no sólo tiene que ver con los aspectos económicos, cuando nos dicen nuestros jóvenes que el campo no es rentable en una cultura del dinero. Ahora tenemos menos dinero y en el campo podemos encontrar no sólo alimentos más sanos, sino también salud.
Por eso, creemos que es bueno acercarse al campo "para mirar el surco y el sacho con otra cultura y no detrás de la ventanilla del coche", como dice mi querido profesor, don Leoncio Afonso. El campo es cultura, pero es también futuro, es la referencia de nuestra naturaleza modificada por el hombre, su tecnología y sus necesidades en cada momento. Volvamos al campo, aunque sea con chándal, aprendiendo con una generación de maestros que aún cultivan lo que nos queda en nuestras medianías. El campo cultivado, casi todo, en lo que ahora llamamos tercera edad. Sería malo para todos que la vuelta al campo sea únicamente como consecuencia de la miseria, con una cultura urbana, para la que el campo es un refugio en el que se puede conseguir algo que comer.
No sería bueno que volvamos al campo por la ley del péndulo, es decir, pasando de la ruta del colesterol a la ruta de la anemia y la miseria. Hagamos un esfuerzo de encuentro de culturas, economía y salud; de un campo articulado con lo urbano. No dejemos el campo únicamente para los que lo conocen en las rutas del buen yantar, bien conocidas por los urbanitas.
La gestión del suelo agrario tendrá que crear obligaciones nuevas para evitar la propagación de plagas y la potencialidad para los incendios sobre las tierras balutas. Hagamos todos un esfuerzo de encuentro con el campo y su cultura. Por todo ello, el campo también puede ser posible por prescripción facultativa, aunque no esté incluido en las responsabilidades de la maltrecha Seguridad Social. Señores galenos, hagan lo posible por proponer tratamientos que resuelvan las alergias al sacho, puesto que el campo no se urbaniza únicamente por la construcción de casas y carreteras, sino lo que es peor, hábitat con culturas urbanas que rompen y degradan la vida del mundo rural.

Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 28 de Septiembre 2008