QUERIDO LECTOR, la historia de la humanidad está cargada de
errores repetidos, de caminos andados y desandados, de puentes sobre barrancos
con mucha carga histórica y de referencias del pasado, que como decían nuestros
mayores, "Pasados los años mil, las aguas vuelven por donde solían
dir".
Nuestra sociedad ha pasado en poco tiempo de poner los
ahorros en la banca local y provinciana de Santaella, a colocarlos en la meca
del capitalismo del gran Madoff y Bush. Hemos pasado a alimentarnos con
nuestros productos cultivados de nuestras propias cosechas, a hacerlo con
alimentos procedentes de lugares insospechados; pollos de Tailandia, kiwis de
Nueva Zelanda, manzanas de Chile, ajos y castañas de China y papas de Egipto.
Hasta nuestros perros y gatos se alimentan con productos de importación.
Estamos en los últimos días del 2008 y hemos agotado la
partida autorizada de semilla de papa establecida en 7 millones de kilos, es
decir, un 40% más que el año pasado. Esto quiere decir que hemos pasado de
sembrar 5.000 hectáreas, aproximadamente, a 7.000 en todo el territorio de
nuestras islas, de las que Tenerife sembrará el 40% del total, -unas 3.000 mil
has-, mayoritariamente localizadas en el norte de la Isla.
Los problemas de agua en el sur dificultan mucho más la
rentabilidad de estos cultivos. Setenta pesetas -0,42 euros- una pipa de agua es
un precio prohibitivo para los agricultores de esa zona. Mientras que en el
Norte predominan los sembrados de secano, especialmente en las medianías,
antaño balutas y que ahora, con esto de la situación económica, están en fase
de levantamiento de paredes y desbroce de matorral para dejarlas en condiciones
óptimas de sembrado. Considero que, ahora como antaño, esta crisis nos hará
volver la vista atrás para fijarnos en esas tierras de cultivo abandonadas
donde promotores y constructores han tenido puesta su mirada para hacer
promociones de adosados con hipotecas a 50 años.
Es por lo que esta burbuja económica que ha explotado de
manera drástica con terribles consecuencias para las economías familiares más
débiles, nos ha hecho recordar que los productos básicos de nuestra
alimentación tienen que salir del mar y de la tierra, como así ha sido
históricamente en nuestro Archipiélago. Tenemos que volver al surco de la
tierra, al barco y al chinchorro con las mejores tecnologías y condiciones de
competitividad en relación a los productos externos, para garantizar a nuestra
población una autonomía alimentaria, unos ingresos a las familias y a una menor
dependencia externa. Sin olvidarnos de hacer una buena campaña para la
erradicación de la polilla guatemalteca con la rotación de cultivos, trampas y
otras medidas existentes.
Con la siembra que hacemos este año, si la meteorología no
es adversa, hemos de crear para la próxima primavera medidas de protección para
la producción local que frenen las importaciones indiscriminadas de países como
Egipto y Polonia, por poner dos ejemplos. Nuestras estructuras productivas no
pueden competir con situaciones sociales y de grandes plantaciones mecanizadas
de esos países. Las tierras cultivadas de papas también forman parte del Medio
Ambiente, puesto que se le labran en las proximidades de las zonas boscosas.
En este marco, no olvidemos que los costes de las semillas
sólo superan los 8,4 millones de euros -algo más de un euro por kilo-, a lo que
hemos de añadir abono, tratamiento y trabajo. Y si de verdad pensamos en el
futuro para el sector agrario y para el autoabastecimiento, necesitamos que los
que este año ha vuelto al medio rural a limpiar la maleza de nuestros campos y
cultivarlo consigan unos ingresos económicos justos. Por ello, en un mundo, que
aunque hablamos de globalización tiene altos grados de proteccionismo en
distintas áreas del planeta y, en particular, para la agricultura -caso de
USA-, aquí hemos de hablar de un freno a la libre circulación de las
mercancías, máxime cuando se trata de un tema estratégico de mejora en la
autoalimentación y de mejora de un paisaje que en gran parte es artesanía y que
de ninguna manera puede competir con los costes productivos a nivel
continental. Así las cosas, para esta primavera necesitamos que a nivel
político se hayan tomado una serie de medidas justas para proteger las
producciones locales, que en los últimos años han sido enormemente duras con
nuestros agricultores.
En definitiva, las papas y otros cultivos extendidos a lo largo
y ancho de nuestra geografía no son sólo alimento, sino también elementos que
contribuyen a la conservación del Medio Ambiente, evitan los incendios y
mantienen limpio nuestro medio natural, con coste cero, por medio del trabajo
de nuestros agricultores.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 21 de Diciembre 2008