domingo, 21 de diciembre de 2008

Las papas en tiempos de crisis


QUERIDO LECTOR, la historia de la humanidad está cargada de errores repetidos, de caminos andados y desandados, de puentes sobre barrancos con mucha carga histórica y de referencias del pasado, que como decían nuestros mayores, "Pasados los años mil, las aguas vuelven por donde solían dir".

Nuestra sociedad ha pasado en poco tiempo de poner los ahorros en la banca local y provinciana de Santaella, a colocarlos en la meca del capitalismo del gran Madoff y Bush. Hemos pasado a alimentarnos con nuestros productos cultivados de nuestras propias cosechas, a hacerlo con alimentos procedentes de lugares insospechados; pollos de Tailandia, kiwis de Nueva Zelanda, manzanas de Chile, ajos y castañas de China y papas de Egipto. Hasta nuestros perros y gatos se alimentan con productos de importación.
Estamos en los últimos días del 2008 y hemos agotado la partida autorizada de semilla de papa establecida en 7 millones de kilos, es decir, un 40% más que el año pasado. Esto quiere decir que hemos pasado de sembrar 5.000 hectáreas, aproximadamente, a 7.000 en todo el territorio de nuestras islas, de las que Tenerife sembrará el 40% del total, -unas 3.000 mil has-, mayoritariamente localizadas en el norte de la Isla.
Los problemas de agua en el sur dificultan mucho más la rentabilidad de estos cultivos. Setenta pesetas -0,42 euros- una pipa de agua es un precio prohibitivo para los agricultores de esa zona. Mientras que en el Norte predominan los sembrados de secano, especialmente en las medianías, antaño balutas y que ahora, con esto de la situación económica, están en fase de levantamiento de paredes y desbroce de matorral para dejarlas en condiciones óptimas de sembrado. Considero que, ahora como antaño, esta crisis nos hará volver la vista atrás para fijarnos en esas tierras de cultivo abandonadas donde promotores y constructores han tenido puesta su mirada para hacer promociones de adosados con hipotecas a 50 años.
Es por lo que esta burbuja económica que ha explotado de manera drástica con terribles consecuencias para las economías familiares más débiles, nos ha hecho recordar que los productos básicos de nuestra alimentación tienen que salir del mar y de la tierra, como así ha sido históricamente en nuestro Archipiélago. Tenemos que volver al surco de la tierra, al barco y al chinchorro con las mejores tecnologías y condiciones de competitividad en relación a los productos externos, para garantizar a nuestra población una autonomía alimentaria, unos ingresos a las familias y a una menor dependencia externa. Sin olvidarnos de hacer una buena campaña para la erradicación de la polilla guatemalteca con la rotación de cultivos, trampas y otras medidas existentes.
Con la siembra que hacemos este año, si la meteorología no es adversa, hemos de crear para la próxima primavera medidas de protección para la producción local que frenen las importaciones indiscriminadas de países como Egipto y Polonia, por poner dos ejemplos. Nuestras estructuras productivas no pueden competir con situaciones sociales y de grandes plantaciones mecanizadas de esos países. Las tierras cultivadas de papas también forman parte del Medio Ambiente, puesto que se le labran en las proximidades de las zonas boscosas.
En este marco, no olvidemos que los costes de las semillas sólo superan los 8,4 millones de euros -algo más de un euro por kilo-, a lo que hemos de añadir abono, tratamiento y trabajo. Y si de verdad pensamos en el futuro para el sector agrario y para el autoabastecimiento, necesitamos que los que este año ha vuelto al medio rural a limpiar la maleza de nuestros campos y cultivarlo consigan unos ingresos económicos justos. Por ello, en un mundo, que aunque hablamos de globalización tiene altos grados de proteccionismo en distintas áreas del planeta y, en particular, para la agricultura -caso de USA-, aquí hemos de hablar de un freno a la libre circulación de las mercancías, máxime cuando se trata de un tema estratégico de mejora en la autoalimentación y de mejora de un paisaje que en gran parte es artesanía y que de ninguna manera puede competir con los costes productivos a nivel continental. Así las cosas, para esta primavera necesitamos que a nivel político se hayan tomado una serie de medidas justas para proteger las producciones locales, que en los últimos años han sido enormemente duras con nuestros agricultores.
En definitiva, las papas y otros cultivos extendidos a lo largo y ancho de nuestra geografía no son sólo alimento, sino también elementos que contribuyen a la conservación del Medio Ambiente, evitan los incendios y mantienen limpio nuestro medio natural, con coste cero, por medio del trabajo de nuestros agricultores.

Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 21 de Diciembre 2008