domingo, 15 de octubre de 2006

Cayucos, plenilunio y cambio climático


EN EL PLENILUNIO DE OCTUBRE se ha producido un cambio importante con respecto al pasado septiembre en relación a la llegada de cayucos a nuestras islas. Esto nos debe hacer reflexionar con objetividad si estamos ante un giro del problema o simplemente existen otros aspectos coyunturales que han determinado este cambio como pueden ser: la presencia del Frontex, el Ramadán, o el retorno a Senegal de cientos de repatriados. No podemos olvidar que el origen de esta situación es puramente económico. De un lado tenemos a una sociedad derrochadora y del otro, a muy pocos kilómetros, una inmensa población en la miseria más absoluta.

Esta polarización económica en puntos tan próximos sólo se produce, por ejemplo, entre Haití y el Estado de Florida.
De todos es conocida la rapiña colonial por las potencias dominantes, que no sólo les han privado de sus riquezas en materias primas sino que nunca se preocuparon de crearles una estructura social y política para su desarrollo integral. Oficialmente, estos países son "soberanos", dominados por las grandes multinacionales.
Qué decir de las fronteras geométricas desde el río Senegal hasta el Golfo de Guinea, que ponen de manifiesto decisiones tomadas a miles de kilómetros en elegantes salones de París y Londres por personajes que nunca pisaron tierra africana. Se balcanizó la población y el territorio para facilitar las guerras tribales y la rapiña colonial.
Las importantes reservas pesqueras de sus costas están siendo esquilmadas por flotas extranjeras, (la española entre ellas). Los cayucos han dejado de ser útiles para pescar en un mar colonizado por nuevas tecnologías, convirtiéndose en frágiles transportes para huir de la desesperación. Una vez que los marinos africanos han puesto motores japoneses a sus embarcaciones, es difícil disuadir a cientos de miles de hombres y mujeres que buscan una salida a la pobreza que vienen arrastrando desde hace siglos. El avance del desierto hacia tierras antaño fértiles, desplaza a millones de personas fuera de su hábitat natural. Este fenómeno climático no sólo parece imparable sino que ni siquiera merece una columna en un periódico cualquiera o una noticia de relleno en los informativos de los medios audiovisuales. El Lago Chad, por ejemplo, fue la cuarta reserva de agua dulce más importante de África, en cinco décadas ha perdido el noventa por ciento de su superficie y de los cuatro países que lo bordeaban, hoy sólo quedan dos. Esta situación extrema se repite por doquier, en especial con los afluentes más septentrionales de los ríos Níger y Senegal, que son drenados y anegados por el desierto sahariano que, lenta e inexorablemente, avanza hacia el sur del continente. En España y en el resto de Europa, se demuestra día a día que son incapaces de comprender esta realidad y tratan de acotar el problema sangrante de cayucos y pateras en torno al perímetro de nuestro Archipiélago. La incompetencia de Madrid y de la Unión Europea para buscar alternativas a este fenómeno produce sonrojo. Curiosamente, el estado español, hasta hace muy poco, no contaba con presencia diplomática en los países ahora emisores de inmigrantes.
A pesar de la inseguridad que esta situación crea al futuro de los canarios, se requiere que hagamos un esfuerzo suplementario por desterrar la creciente presencia de un sentimiento de intolerancia y xenofobia, manteniendo la línea solidaria que hemos demostrado hasta hoy con personas que con serias dificultades para conseguir alimentos o un simple litro de agua potable, siguen arribando a nuestras costas.
Pero también debemos de apelar a la coherencia y al sentido común y no tratar de ocultar que las islas están desbordadas en su capacidad para atender esta problemática. Corremos el peligro que desde fuera quieran convertir a este territorio del Atlántico en una especie de Guantánamo europeo.
Es aquí donde los países ricos del planeta deben de aportar soluciones, más allá de coyunturas políticas económicas, o incluso, de las estaciones lunares u otros elementos ocasionales que no entran en el fondo del drama que viene originando esta situación.

Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 15 de Octubre 2006