CREO QUE TODOS estamos convencidos de que el paisaje es la
resultante de la naturaleza y el hombre, exceptuando aquellos lugares más
inhóspitos para la vida: las zonas polares, grandes montañas o desiertos. En el
resto del planeta, el hombre ha moldeado la piel de la tierra en una acción
colectiva. En Canarias tenemos numerosos paisajes que los presentamos como
referencia y elemento identificador de nuestro pueblo.
Por citar algunos
ejemplos: el antiguo Valle de La Orotava, La Geria, Valle Gran Rey, el Valle de
Aridane visto desde el Time, los "machupichus" gomeros de Hermigua y
Agulo, los viñedos de Acentejo o Vilaflor, los ñames en los barrancos de Los
Sauces, los bancales y los cultivos sobre malpaíses volcánicos, los pinos
escamoteados o afeitados en el noroeste de La Palma, las sabinas herreñas,
hijas del alisio y de los pastores, que las respetaron en épocas de penurias y
no las cortaron para leña, o los palmerales de Haría y Alojera, mantenidos en
situaciones precarias por los campesinos.
Los mismos campesinos que mantuvieron bosques como el Cedro,
El Pijaral, Las Mercedes, Monte de Aguirre, Los Tilos, y un largo etcétera, a
pesar de las muchas penurias de combustibles y recursos, incluida la falta de
suelo para cultivos sobre dichos espacios forestales, más húmedos.
Estas letras tienen el deber de ser críticas, dentro del
espíritu navideño vigente en estas fechas, deben servir de punto de reflexión,
ante las mesas abundantes y bien servidas de esta noche. Es habitual, cada vez
más, que escaseen en nuestros hogares, en la cena más importante del año,
productos vinculados a nuestra tierra; más bien al contrario, se busca lo
exótico y foráneo como signo de riqueza mal entendida. En la enorme cantidad de
comidas de empresas, instituciones y amigos celebradas en estos días no hemos
visto en demasiadas ocasiones vinos de la tierra, cuando sabemos que existen
importantes excedentes de cosechas anteriores y que en la relación
calidad-precio no tienen nada que envidiar a los peninsulares.
Si nos declaramos defensores de la cultura local y
pretendemos mantener un paisaje vivo cultivado, hemos de ser solidarios con los
que podan y azufran la viña, que también son los que limpian los campos de
maleza, ayudándonos a prevenir potenciales incendios, manteniendo una dura
lucha contra la erosión y el abandono. Nuestros agricultores constituyen la
primera línea de defensa ambiental de la sociedad, sin estar en la nómina de la
Administración.
Los vinos de importación no son sólo algo más baratos,
también representan otro paisaje, otra cultura, otra economía. Tenemos que
entender que no podemos tener un paisaje bueno, bonito y barato sin poner algo
a cambio, sin contribuir social e individualmente a conservarlo. Este paisaje
se convertiría en un erial impersonal si desparecieran los campesinos que lo
diseñan, construyen, limpian y le dan esplendor. Sólo nos daremos cuenta de su
importancia el día -esperemos que no llegue nunca- que lo perdamos, como tantas
otras cosas.
Pero no es momento ni para quejas ni para lamentos. En el
año que se avecina y en los posteriores continuaremos luchando por defender y
conservar el campo y la cultura rural canaria contra cualquier agresión que lo
ponga en peligro, tal y como hemos hecho durante tantos años pasados. En esa
línea, no se nos puede quedar en el tintero la felicitación a todos aquellos
que han aportado su grano de arena para conseguir la renovación de las ayudas
al cultivo de nuestros plátanos. En ese sentido, deseamos fervientemente que se
haga un buen uso social y ambiental de este dinero.
Para finalizar, sólo me resta enviar a todos los lectores
del periódico EL DÍA y al resto de tinerfeños y canarios la más
cordial y sincera felicitación navideña, con la esperanza de que los buenos
deseos que todos tenemos en estas fechas se mantengan pasados los efectos del
vino, y entre todos perseveremos en la búsqueda de una mejor sociedad, más
justa, solidaria, preocupada por su medio ambiente y participativa. Muchas
felicidades.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 24 de Diciembre 2006