domingo, 23 de septiembre de 2007

Aprender la lección


LO OCURRIDO EN TENERIFE en los últimos días de julio, no ha sido sólo un accidente desgraciado que ha quemado viviendas y vegetación, cosa habitual y natural, aunque el mismo sea hijo de pirómanos.
Tenemos que leer lo ocurrido con otros ojos. En toda la historia de la isla el hombre ha vivido vinculado a la tierra. La población tenía una relación directa con lo que producía el entorno, tanto en alimento como en combustible, y cuando se alteraba la superficie cultivada o dejaba de llover un año, teníamos que emigrar, no había comida. La última emigración masiva a Venezuela en los años cuarenta- cincuenta fue un ejemplo de hambre y emigración.

La patrona del Tanque, tierra machacada por los volcanes es la Virgen del Buen Viaje, iglesia que mira al mar, al volcán y al Puerto de Garachico. El incendio no es sólo lo resultante del combustible, la temperatura, el viento, y las pendientes las llamadas TresTreinta, tema importante sino, sobre todo, este es un gran incendio que recorre un territorio con vecinos "mirones", mientras en muchos casos las viviendas están rodeadas de monte o matorrales, en un entorno en el que la gente es desalojada masivamente y en contadas ocasiones tenemos una población local preparada para defenderse del fuego. En primer lugar porque un fuego de estas características no lo apaga el hombre frente a frente, sólo lo apagamos con acciones que deben iniciarse con años de antelación incluidos los inviernos , como son: campos labrados, viviendas con entornos sin maleza y despejadas de arboledas, limpieza y mejora en zonas forestales, control de pastos con cabañas ganaderas, vías de acceso a las viviendas limpias de combustible, etc., etc.
Una población que viva en el campo y lo mire con ojos de ciudad esperando que los helicópteros y los camiones de bomberos lo solucionen todo, es imposible en los incendios forestales, si no se apoya en una cultura agraria.
Los incendios urbanos son puntuales, a los que acuden los bomberos de un parque; los incendios forestales son masivos, es totalmente imposible cubrir el espacio con equipos: no hay ni aquí ni en Estados Unidos recursos para hacer frente y acudir de manera simultánea a decenas kilómetros de fuego; pero lo que es más importante, la prevención, la hemos descuidado. Nuestra población ha revalorizado el vivir en el campo, devaluando la agricultura y la ganadería; unido a ello hemos hecho un marco teórico de protección ambiental con culturas urbanas, papeles y papeles en las que las administraciones somos lentas y en muchos casos burócratas, más que gestores ágiles. Los usos tradicionales en el monte hay que restablecerlos sin ninguna dificultad, por parte de la administración, sea Seprona o Medio Ambiente, hemos de armonizar la protección de la naturaleza con los intereses de los paisanos que nos quedan, con el máximo cuidado y mimo, dada la baja o mala rentabilidad económica que tiene el campo.
Estas líneas pretenden ser una reflexión de alguien que estuvo rodeado por el fuego en varias ocasiones, camino de los pagos icodlártelos de Redondo, Piquetes, o San Francisco de la Montañeta en la tarde-noche y madrugada de los días 30 y 31 de julio, situación en la que posiblemente pudo más el corazón que la cabeza
Hagamos un esfuerzo en esta ocasión para que en el próximo incendio, nuestros caseríos no estén rodeados de matorrales y combustibles, y no vuelvan a ocurrir situaciones como las que vivimos a las once de la noche del mencionado día 30 en la Hoya de Redondo. Para ello, hagamos una propuesta técnica y legal, que obligue a las administraciones y a los administrados a preparar un nuevo marco legal; escuchemos a personas como "El Chovas" y a todos los "chovas" que hay en la isla para que los recursos los invirtamos bien, y sobre todo, la gestión del campo hay que hacerla con sabiduría rural, dejemos los manuales para los laboratorios, no esperemos al próximo incendio; con lo acontecido este verano en Tenerife y con la posible lectura de lo ocurrido en Grecia o en Portugal el pasado año debemos reflexionar y sacar conclusiones. El cartero toca dos veces, el fuego no lo sabemos; hemos tenido suerte. Tenemos que cambiar el rumbo de la nave. ¡Estamos a tiempo!

Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 23 de Septiembre 2007