LO OCURRIDO EN TENERIFE en los últimos días de julio,
no ha sido sólo un accidente desgraciado que ha quemado viviendas y vegetación,
cosa habitual y natural, aunque el mismo sea hijo de pirómanos.
Tenemos que leer lo ocurrido con otros ojos. En toda la
historia de la isla el hombre ha vivido vinculado a la tierra. La población
tenía una relación directa con lo que producía el entorno, tanto en alimento
como en combustible, y cuando se alteraba la superficie cultivada o dejaba de
llover un año, teníamos que emigrar, no había comida. La última emigración
masiva a Venezuela en los años cuarenta- cincuenta fue un ejemplo de hambre y
emigración.
La patrona del Tanque, tierra machacada por los volcanes es la
Virgen del Buen Viaje, iglesia que mira al mar, al volcán y al Puerto de
Garachico. El incendio no es sólo lo resultante del combustible, la
temperatura, el viento, y las pendientes las llamadas TresTreinta, tema
importante sino, sobre todo, este es un gran incendio que recorre un territorio
con vecinos "mirones", mientras en muchos casos las viviendas están
rodeadas de monte o matorrales, en un entorno en el que la gente es desalojada
masivamente y en contadas ocasiones tenemos una población local preparada para
defenderse del fuego. En primer lugar porque un fuego de estas características
no lo apaga el hombre frente a frente, sólo lo apagamos con acciones que deben
iniciarse con años de antelación incluidos los inviernos , como son: campos
labrados, viviendas con entornos sin maleza y despejadas de arboledas, limpieza
y mejora en zonas forestales, control de pastos con cabañas ganaderas, vías de
acceso a las viviendas limpias de combustible, etc., etc.
Una población que viva en el campo y lo mire con ojos de
ciudad esperando que los helicópteros y los camiones de bomberos lo solucionen
todo, es imposible en los incendios forestales, si no se apoya en una cultura
agraria.
Los incendios urbanos son puntuales, a los que acuden los
bomberos de un parque; los incendios forestales son masivos, es totalmente
imposible cubrir el espacio con equipos: no hay ni aquí ni en Estados Unidos
recursos para hacer frente y acudir de manera simultánea a decenas kilómetros
de fuego; pero lo que es más importante, la prevención, la hemos descuidado.
Nuestra población ha revalorizado el vivir en el campo, devaluando la
agricultura y la ganadería; unido a ello hemos hecho un marco teórico de
protección ambiental con culturas urbanas, papeles y papeles en las que las
administraciones somos lentas y en muchos casos burócratas, más que gestores
ágiles. Los usos tradicionales en el monte hay que restablecerlos sin ninguna
dificultad, por parte de la administración, sea Seprona o Medio Ambiente, hemos
de armonizar la protección de la naturaleza con los intereses de los paisanos
que nos quedan, con el máximo cuidado y mimo, dada la baja o mala rentabilidad
económica que tiene el campo.
Estas líneas pretenden ser una reflexión de alguien que
estuvo rodeado por el fuego en varias ocasiones, camino de los pagos
icodlártelos de Redondo, Piquetes, o San Francisco de la Montañeta en la
tarde-noche y madrugada de los días 30 y 31 de julio, situación en la que
posiblemente pudo más el corazón que la cabeza
Hagamos un esfuerzo en esta ocasión para que en el próximo
incendio, nuestros caseríos no estén rodeados de matorrales y combustibles, y
no vuelvan a ocurrir situaciones como las que vivimos a las once de la noche
del mencionado día 30 en la Hoya de Redondo. Para ello, hagamos una propuesta técnica
y legal, que obligue a las administraciones y a los administrados a preparar un
nuevo marco legal; escuchemos a personas como "El Chovas" y a todos
los "chovas" que hay en la isla para que los recursos los invirtamos
bien, y sobre todo, la gestión del campo hay que hacerla con sabiduría rural,
dejemos los manuales para los laboratorios, no esperemos al próximo incendio;
con lo acontecido este verano en Tenerife y con la posible lectura de lo
ocurrido en Grecia o en Portugal el pasado año debemos reflexionar y sacar
conclusiones. El cartero toca dos veces, el fuego no lo sabemos; hemos tenido
suerte. Tenemos que cambiar el rumbo de la nave. ¡Estamos a tiempo!
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 23 de Septiembre 2007