ES BUENO QUE LEAMOS lo ocurrido en Tenerife en los
últimos días de julio, lectura que hemos de hacer para aprender y corregir, en
lo posible, el rumbo de la nave. Hasta ahora, la calle reclama más medios,
incluido el consejero de Medio Ambiente del Gobierno de Canarias, tema éste
recurrente en la vida misma.
¿Cuál es el techo de medios que pone un colectivo para
resolver un problema? ¿Cuál es la capacidad de transformación y de cambio que
produce la voluntad colectiva de un pueblo?
En los incendios anteriores el fuego se producía en masas
arboladas, principalmente en pinos; las tierras de cultivo y los caseríos
quedaban fuera del alcance de las llamas. En el de este verano, en cambio, más
de un tercio de la superficie quemada no es forestal y una parte de la
superficie de ahora no lo era hace veinte años. Sin embargo, el lenguaje al uso
es "la pinocha" y "los medios" y de los aspectos
colaterales del fuego no se habla: agricultura, ganadería y control de las
edificaciones en las proximidades. Nuestros "expertos en fuegos",
numerosos por la profusión de opiniones vertidas desde el 30 de julio, hacen
una lectura urbana del problema: bomberos, bomberos y más bomberos, mientras
los ciudadanos son objetos pasivos.
Veamos algunos ejemplos que son ilustrativos. Don Cristóbal
Pérez García, El Chova, es un señor del Amparo que tiene 76 años y nos presenta
una finca cultivada limpia de maleza dentro del monte quemado en un lugar que
llaman 'Los Tres Caminos' ubicado en lo alto del Reventón Montiel; finca sin un
arañazo del fuego. Son numerosos los ejemplos de tierras en las que sembraron
papas que hicieron de barrera natural contra el fuego, luego ¿no es más barato
garantizar un precio a las producciones locales en nuestras medianías -papas,
manzanas, cereales, frutales y pastos- que apagar los fuegos, penalizando las
tierras balutas para que sus propietarios las arrienden a los agricultores?
Estas producciones permitirían espacios libres de
combustible en los veranos, además de suministrar alimentos frescos y
garantizar los puestos de trabajo. En ese sentido, no debemos olvidar lo que
está ocurriendo en el mercado internacional de los alimentos y cultivos que
garantizan población vinculada al territorio y a su cultura.
La lucha contra el fuego más sostenible y barata es la
tradicional, la de siempre, la rural, la campesina. La otra es más peliculera,
más cara y más problemática, tanto para el medio ambiente como para el bolsillo
de los contribuyentes. Valga como ejemplo que un helicóptero alquilado con
tripulación cuesta más de 780.000 euros al año.
Creemos condiciones demandando productos de la tierra,
poniendo algunas barreras a las importaciones, aunque la Unión Europea no esté
de acuerdo -se han traído a la Isla papas incluso de países extracomunitarios
como Egipto e Israel mientras las nuestras se pagan a 30 céntimos a los
agricultores- y fomentemos la incorporación de los jóvenes al campo, a la
ganadería, para que casos como el de El Chova no sean ejemplos aislados. Las
principales barreras al fuego las ha puesto siempre el hombre con los cultivos.
Por eso hay que cuestionarse, ¿qué da más seguridad a los vecinos: un campo
labrado o un camión de bomberos en las proximidades de las casas? Los vecinos
han de limpiar las proximidades de las viviendas porque con ello estaríamos
atacando el problema en origen y previniendo su aparición, mientras que en el
segundo caso, estaríamos tomando medidas para minimizar su daño.
Los vecinos de los caseríos de Las Abiertas, San Francisco
de La Montañeta y Farrobo prefieren un campo cultivado y unos entornos limpios
de maleza que un camión de bomberos y un helicóptero. Al fuego no sólo se le
combate con máquinas, sino con cultura agraria, con miles de Chovas rodeando la
masa forestal y los caseríos. Para ello hemos de asociar lo forestal con la
agricultura y el consumo. La lucha contra el fuego es otra manera de
alimentarnos y de vivir con más solidaridad con el medio; las máquinas son un
complemento, nunca una alternativa.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 16 de Septiembre 2007