SIN LUGAR a dudas, 18, 19 y 20 de diciembre han
sido los días más bonitos del año, máxime cuando tuvimos un 30 y 31 de julio
tan duros para nuestra tierra. No sólo ha llovido desde Teno hasta la punta de
Anaga, sino que esta situación se ha dado desde el Faro de la Orchilla hasta la
isla de Alegranza. Y es en este marco geográfico y climático en el que muchos
hemos perdido la memoria histórica, pues las lluvias registradas estos días son
totalmente normales, ya que oscilan entre los 60 y 100 litros, y en las que no
sólo se ha mojado lo habitual, que es la ladera norte, sino también la
vertiente. En consecuencia, estas precipitaciones debiéramos entenderlas como
algo normal en nuestro territorio.
Sin embargo, sí hemos visto que nuestra población se alarma
con demasiada frecuencia y asocia a fenómenos anómalos el que llueva en esta
tierra, como fue el suspender las clases en las Universidades, apareciendo como
noticias a nivel del Estado, incluso con algunas declaraciones de lamento por
los posibles daños a la actividad turística del archipiélago, cuando en
numerosos puntos del archipiélago no sólo en la zona sur sino incluso del norte,
hasta las aulagas estaban secas. Así, en Teno o en Agaete, el aspecto que tenía
el territorio el día 17 de diciembre era el mismo que el del mes de agosto.
Por ello decimos que estamos de enhorabuena y, lo que es más
importante en estos momentos, que hemos de ser más humildes y aprender a
convivir con la naturaleza, aunque tengamos pocos labradores o campesinos, que
hasta ahora siempre son los que están más pendientes del tiempo y entienden más
de lo que ahora llamamos "fenómenos meteorológicos adversos", que
antes, siempre se llamaba "buen tiempo", pues no se entiende vivir en
ningún territorio del planeta sin agua y las lluvias nos traen el demandado
líquido elemento. Sin embargo, sí hemos de aprender con estas lluvias, como
siempre, que los cauces de los barrancos y parte de nuestras construcciones no
están en las mejores condiciones para evitar riesgos, tema éste recurrente cada
vez que llega un aguacero en el que hemos de conseguir una mayor colaboración
de todos porque no hay una Administración que pueda barrer los cauces de los
barrancos como sí lo hacemos en la calle del Castillo.
En estos momentos, la cultura del coche nos ha dejado y, sin
lugar a dudas, nos puede dar un disgusto cualquier día precisamente por esa
falta de respeto a las leyes de la naturaleza y a un sistema de gestión muy
empírico, pero que solía respetar barrancos, pie de acantilados y zonas bajas
en el que las lluvias se depositan cuando nos visitan estas esporádicas
borrascas del Atlántico, tan necesarias para la supervivencia en esta tierra.
Por ello, estos días debemos estar de fiesta puesto que las
lluvias, incluso en las zonas quemadas, han humedecido la piel de la isla sin
que los barrancos apenas lleven agua y ceniza al mar. Así, por ejemplo los
barrancos de Icod El Alto, San Juan de la Rambla y La Guancha que discurren
desde la zona de la Fortaleza y el Cabezón apenas han corrido y es en este
mismo marco en el que comenzaremos la próxima semana a la habitual
reforestación en Archifira, Chajaña, Lomo Cho Blas, etc.
Hasta los pasados 18, 19 y 20 de diciembre, llevábamos nueve
meses sin agua, salvo la lluvia caída la pasada semana y tanto la vegetación
como los agricultores llevan esperando este tiempo. Eso no significa que
tengamos duda sobre el proceso del cambio climático o las consecuencias del
mismo, pero estos aguaceros procedentes de la borrasca son lo habitual en la
temporada invernal en Canarias. Sin lugar a dudas, este es el mejor premio de
Navidad que podía tocarnos a los canarios.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 23 de Diciembre 2007