ESTA SEMANA han ingresado en los bolsillos de los
agricultores los 18 céntimos de ayuda comunitaria por cada kilo de plátanos.
Sin lugar a dudas, esto es un vaso de agua para alguien que ha recorrido unos
duros barrancos un día de siroco, pues los precios de la primera mitad del
presente año han sido ruinosos. En ese sentido, lamentamos que hoy, a finales
de 2007, no se vea ninguna iniciativa del sector para una situación que, sin
duda, hipoteca el futuro de este colectivo. Es decir, no se ha tomado ninguna
medida que a todas luces entendemos que es necesaria y básica para este gremio.
Es más, Asprocan encargó un estudio en el que se plantean posibles salidas para
el futuro del sector del plátano y según parece, tales propuestas continúan
durmiendo en una gaveta por ahí, al igual que otro estudio que daba posibilidades
en el mercado alemán.
A día de hoy, en la Unión Europea y en todo el mundo se
plantean medidas económicas para economizar costes y para hacernos más
competitivos en esto que ahora llaman Aldea Global. Sin embargo, aquí, en
Canarias, parece que estamos al margen de dichas medidas y continuamos con un
minifundismo comercial, manteniendo administraciones, empaquetados y un
espejismo de calidades que no se ajustan a la realidad, pues mientras nuestros
competidores tienen una o dos categorías, nosotros llegamos hasta seis y todo
este mundo burocrático le grava los costes al consumidor, sin que se le aporten
rentas a los agricultores. Seguimos con una comercialización de otra época
(odres viejos) cuando la maduración y distribución estaban atomizadas y teníamos
un mercado cautivo. Ahora tenemos que encontrarnos con la tariff only y
las multinacionales y nosotros seguimos con más de 50 empaquetados y un número
similar de empresas que comercializan el producto.
Así, por ejemplo, en estos momentos se venden los plátanos
de Canarias en la Península a más de dos euros, mientras las bananas de los
competidores están por debajo de un euro; situación que indudablemente está
erosionando a nuestros mejores aliados, que son las amas de casa de la
Península. Hasta ahora nos siguen comprando el 100% de los plátanos de
Canarias, pero hemos perdido cerca de un 30% de mercado peninsular, y lo que es
peor, nos tememos que seguiremos perdiendo cuota de mercado, ya que no hemos
sido capaces de mejorar en comercialización y precio. Sin embargo, se ha hecho
una mejora importante en el tratamiento de la fruta, así como en un menor uso
de los pesticidas.
De esta manera, en los próximos meses, cuando la producción
semanal pase de los cinco o seis millones de kilos que tenemos actualmente a
los 10 ó 12 que se producirán con toda seguridad antes de febrero, veremos cómo
gran parte de los plátanos de Canarias se quedarán en nuestros barrancos. Y
todo ello porque no hemos sido capaces de prever mercados para esta producción
ni de mejorar nuestras relaciones en lo que fue hasta hace unos años un mercado
cautivo, es decir, no hemos cuidado a nuestros aliados históricos,
consumidores, maduradores y distribuidores en la Península, y hoy, el bolsillo
y la falta de claridad en la comercialización hacen que la banana esté
mordiendo el espacio del plátano canario.
Por ello, estas líneas pretenden, una vez más, plantear que
los problemas de presente y de futuro del plátano no están ni en Bruselas ni en
Madrid, sino que debemos resolverlos aquí, en casa. Y para ello, tanto el
estudio anteriormente citado como la coyuntura internacional nos obligan a
tomar medidas para garantizar la pervivencia de dicho cultivo. No nos vale
continuar con lamentos y mirar para otro lado. Los plátanos de Canarias tendrán
futuro en tanto en cuanto aquí se tomen una serie de medidas básicas que nos
permitan suprimir una serie de costes y barreras totalmente artificiales y que,
por otra parte, la comercialización tenga un carácter profesional, ya que no es
de recibo que hoy, a 9 de diciembre de 2007, no haya unas previsiones del
volumen de fruta que debemos cortar en enero, febrero y marzo y hacia qué
mercados las debemos destinar.
Es muy difícil explicarle a los ciudadanos que en el mundo
de los ordenadores y de la comunicación no sepamos cuántas piñas hay nacidas y
su posible corte y, en consecuencia, el mercado donde los vamos a destinar. Si
hemos perdido un 30% de la cuota de mercado peninsular, en buena lógica
deberíamos abrir mercados al norte de los Pirineos para dicha fruta, máxime
cuando sabemos que la situación que se va a producir a partir de enero en
cuanto a aranceles, aduanas y demás aún va a complicar más la situación. De
este modo, si los plátanos comunitarios que demanda la Unión Europea son sólo
entre un 6% y un 10%, no es pretencioso por nuestra parte mantener este nicho
de mercado para los próximos años porque el plátano en Canarias es paisaje,
cultura y puestos de trabajo; e incluso más sanos, al tener menos pesticidas
que las bananas de la competencia.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 9 de Diciembre 2007