domingo, 3 de febrero de 2008

El agua y los sacrificios de un pueblo


EL PASADO SÁBADO tuve la fortuna de asistir en Barlovento a la Junta de la galería de agua de los Tocaderos, con toda seguridad una de las tres galerías más profundas de Canarias. Es bueno recordar que cuando abrimos un grifo en Tenerife o La Palma, el agua que mana por los mismos en más del 80% procede de los más de 2.000 kilómetros de galerías perforados en estas islas, galerías que se han cobrado muchas vidas y sacrificios de nuestro pueblo.
En consecuencia, no fue un acto social, ni tampoco una reunión de los socios de una cooperativa o de una sociedad mercantil, sino un homenaje a una generación que hoy no está con nosotros, que sembró con ilusión la semilla del esfuerzo y del sacrificio de los derechos con obligaciones. Para aquellos que desconozcan la galería de los Tocaderos, hemos de señalar que se ha perforado en las rocas del Norte de La Palma una galería de 6.600 metros a lo largo de sesenta y seis años. Es decir, la galería se inició en 1941 y hoy, en enero de 2008, llega a la puerta de la galería el agua alumbrada en el frente después de recorrer más de seis kilómetros.
¿Cómo entienden los ciudadanos que en el pueblo que dispone del agua más barata de Canarias estemos perforando una galería con costes superiores a los 2.000 euros el metro? Todo esto se entiende en una cultura del esfuerzo y el trabajo en los hijos y nietos de una generación que vivió y sufrió no sólo la escasez de agua, pues Barlovento carecía de ella, incluso, para beber en los años secos, sino de otros alimentos básicos. Pero la cultura del trabajo y del esfuerzo caló de tal manera que la galería de los Tocaderos es hoy un sentimiento, un símbolo, una seña de identidad; tema éste lamentablemente maltratado en nuestro sistema educativo y también olvidado en la vida política de las islas, en las que hoy tenemos agua en el grifo, desde La Graciosa hasta el Faro de Orchilla. Estas galerías fueron construidas con pico, pala y mandarria e incluso, en muchos casos, con pólvora y dinamita y con una gran precariedad de medios.
Las desaladoras y un espejismo del supuesto progreso nos han hecho olvidar en poco tiempo la cultura del ahorro, de la economía, de los recursos y de un buen uso de los mismos. Eso sí, todos los días hablamos de la sostenibilidad y del medio ambiente, mientras parte del agua alumbrada en Barlovento se pierde porque no hay campesinos, ni agricultura que riegue en campos balutos, mientras gran parte de los alimentos que llegan a este pueblo del norte de La Palma, al igual que otros muchos puntos de Canarias, los importamos de los lugares más insospechados. Cosas del progreso.
Estas líneas no pretenden mirar hacia atrás, porque no todo tiempo pasado fue mejor, pero tampoco peor. Todo lo contrario: debemos apostar por el futuro, puesto que futuro es también leer nuestro presente, dejando espejismos y falsos sueños consumistas y situándonos también en Kyoto, en los problemas del clima y en lo que ocurre en esto que llamamos aldea global, en la que lo pequeño y lo próximo hemos de entenderlo mejor, entre otras cosas porque el acercamiento y las comunicaciones entre los pueblos requieren 80 millones de barriles de petróleo diarios, que son los que consumimos en el planeta.
Por todo ello, los sesenta y seis años de sacrificio por varias generaciones para alumbrar el líquido elemento en la galería de los Tocaderos es un aporte importante de riqueza para las próximas generaciones, que dispondrán del mismo, sin dependencia del petróleo y sin emisiones a la atmósfera de CO2. Es en dicho marco en el que queremos hacer un homenaje a todos los hombres y mujeres que han luchado por el agua, en una tierra ambientalmente más sostenible y socialmente más justa.

Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 3 de Febrero 2008