ESTA SEMANA hemos sufrido varios conatos de incendio en
nuestra Isla y un incendio importante en La Gomera ; tema de preocupación ante los riesgos
para la vida y la sensibilidad que tenemos hacia los temas ambientales. Parece
razonable que nos preguntemos si estamos en el camino correcto para evitar o
prevenir el próximo incendio o qué hacemos para que el siguiente cause menos
problemas a las personas y al medio ambiente.
En los incendios del pasado año y en los de estos días
coinciden algunos factores que están en nuestras manos, ya que los caprichos de
la naturaleza no están bajo nuestro control.
Casi todos los incendios se han producido en tierras antaño
cultivadas y hoy en abandono -Los Campeches, Mogán, Vallehermoso, Masca y
Hermigua-, y todas las plantas que crecen en lo que fueron huertas de cultivo
tienen una gran capacidad para la combustión: zarzas, cañaverales, espinos,
vinagreras, tártagos, pajonales, etcétera; situación que se ve agravada ante la
carencia de animales que pasten en los campos.
En todos los casos, nuestra gente plantea como solución a
los incendios más medios materiales, sobre todo aviones, pero casi nadie habla
de la prevención, cuando si hay algo que es básico en la lucha contra el fuego
es contar con medios propios y depender lo menos posible del exterior. En los
casos de Hermigua, Vallehermoso o Los Campeches, zonas incendiadas el pasado
sábado, todas coinciden en que fueron tierras labradas hasta hace unos años y
ahora están en total abandono.
En el caso gomero, el fuego ha pasado junto a la iglesia o
la plaza del pueblo, ya que las huertas antaño cultivadas ahora son suelos
balutos. Hemos planteado en numerosas ocasiones esta situación, léase el
artículo publicado en este periódico el 16 de marzo del presente año titulado 'La Gomera : el agua para las
ranas'. Sobre Los Campeches, los pirómanos y las papas tengo numerosos comentarios
en prensa y otros medios, pues aquí tenemos un problema ambiental y policial,
ya que en esta zona se producen casi la mitad de los incendios de Tenerife e
incluso el señor Zapatero prometió un fiscal ambiental para investigar estos
asuntos, pero hasta el día de hoy no le hemos visto el pelo por esta tierra.
No pretendemos dar lecciones de nada. Creemos que hay que
hilvanar un marco legal nuevo que obligue a los propietarios de tierras en las
proximidades del monte y de zonas pobladas a la limpieza de la vegetación todos
los años, y, sobre todo, labrar los terrenos antes del verano. Las viviendas
han de estar libres de vegetación, al menos en los diez o quince metros en
torno a las mismas, y en las fincas forestales particulares debe haber gestión
y mantenimiento que ayuden a la prevención de los incendios.
En la actualidad tenemos un marco legal burocrático con
varias administraciones que enredan la gestión y debe existir una normativa que
facilite obras en el medio rural sin la rigidez actual. Así, vallados,
estanques, cuartos de aperos, etcétera, han de tener una regulación que
facilite la incorporación del campo, incluida la agricultura de fin de semana,
que permita cuarto de aperos sólo para las tierras que se cultiven realmente
con una morfología que no impacte en el medio. Además, en los pueblos hemos de
tener grupos de protección civil que arropen y orienten a la población ante una
emergencia. Lo ocurrido estos días en La Gomera con la población pone de manifiesto dicha
necesidad, más allá de que los rectores insulares destinen los dineros públicos
a otras partidas.
Estos días se ha acumulado en La Gomera la mayor
concentración de máquinas de extinción de su historia. Sin embargo, hemos
estado más pendientes de la dirección del viento y las temperaturas como
condicionante para apagar el fuego, como elemento clave, junto con los
operarios anónimos que se tiznaron y que juegan un papel decisivo en dicha
batalla contra los elementos. Por lo tanto, las máquinas son un complemento, no
una alternativa, y hemos de hacer prevención.
Volvamos a los pactos no escritos que el hombre ha tenido
con la tierra para sobrevivir en un medio problemático como el nuestro; abramos
los libros no escritos de nuestros mayores en los que el fuego nunca estuvo a
las puertas de la iglesia de Hermigua, y entendamos que antes no teníamos
helicópteros, pero sí teníamos campesinos que cuidaban y limpiaban sus tierras
y el monte.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 4 de Mayo 2008