VIVIMOS en un marco social y territorial en el que la
economía y los números pretenden marcar las pautas de todo, las encuestas, las
estadísticas, los votantes, etc. En la vida política tenemos que contar con lo
próximo, lo inmediato. En contadas ocasiones, los ciudadanos valoran propuestas
con horizontes lejanos; gobernar es hacer las cosas bien para colectivos
amplios donde el bien común y la ética deben estar próximos a los intereses más
demandados por los ciudadanos.
Los que estamos en la cosa pública tenemos la
obligación de hacer todo lo anterior; pero también de preparar caminos y
veredas que nos permitan disponer de posibles salidas ante una emergencia y no
hacer una lectura sólo a corto plazo. En este marco, las estadísticas son
manejables, son enormemente subjetivas y dependen de quien las hace o las
defiende. De ahí que el interés público lo arropemos con lecturas que hacemos,
leyendo el paisaje desde distintos ángulos en los que todos tenemos nuestro yo.
Entremos en materia. Últimamente, leemos y nos presentan en
distintos medios los problemas económicos de las Islas, sobre todo, tras la
crisis del ladrillo y las posibles alternativa para Canarias y su gente en las
que el lenguaje frío de la calculadora comete serios errores. El reparto o
distribución de bienes entre personas y el territorio tiene muchas dificultades
como referencia objetiva. Así, el que comió un pollo y el que no lo probó,
dividido entre los dos, nos da que cada uno comió medio pollo. Esta situación
se complica cuando la geografía nos tiene separados, ya que la despensa puede
estar alejada a miles de kilómetros de los demandantes de alimentos.
En este marco de relaciones, es una falacia hablar de
agricultura y PIB (Producto Interior Bruto), pues agricultura es cultura, es
paisaje, pero es, sobre todo, seguridad alimentaria. Leamos lo ocurrido esta
semana con la huelga de transporte en la Península , duró sólo cuatro días y puso nervioso
a más de uno en las Islas. Valga como referencia lo siguiente: el cultivo de
plátanos y tomates no sólo son puestos de trabajo y estabilidad social en
numerosos pueblos del Archipiélago, sino que tienen que ver muy mucho con el
coste de la cesta de la compra en las Islas. De esta manera, las 500.000
toneladas de plátanos y tomates que exportamos pagan de fletes algo más de 60
millones de euros al año, situación que desgrava los costes de las mercancías
que importamos en las Islas porque, caso contrario, los barcos irían con las
bodegas vacías.
Así, por ejemplo, esta semana estaban parados más de 300
camiones-frigoríficos cargados de plátanos y tomates ante la situación de
huelga, o lo que es lo mismo, de prolongarse dicha situación, tendríamos
peligro serio de desabastecimiento en productos de primera necesidad. Por ello,
agricultura es mucho más que PIB y una lectura de paisaje y no sería malo que
los responsables de la vida política e intelectual de nuestro pueblo mediten
sobre el presente y el futuro de esta tierra y sus gentes ante una coyuntura
internacional con numerosos nubarrones con referencia a los alimentos, energía,
clima, etc., y que planteen en cada Isla una lectura de un posible
abastecimiento dentro de cada marco insular.
Para ello, hemos de hablar no sólo de suelo, agua, sino
sobre todo de una cultura y sistema educativo formativo que nos integre en el
espacio insular con una cultura anterior a la "Era del Petróleo". Con
toda seguridad, estamos al comienzo de una nueva era en la que tendremos que
hablar y tratar el uso de los recursos con otra filosofía, otras varas de medir
y de contar que las que había tenido una parte de Europa y Estados Unidos desde
la Revolución
Industrial hasta hace poco, cuando el petróleo superó los 100
dólares el barril.
En muchos casos se impondrá el valor de uso sobre valor de
cambio y se puede dar la situación de tener dinero y no disponer de alimentos.
Veamos el campo, sus gentes y sus culturas con otros ojos que los fríos números
del PIB y no con el supuesto tres por ciento que dicen los economistas que
significa el campo en la economía canaria. Nuestra situación de dependencia nos
obliga a tener unos alimentos básicos para autoabastecernos y superar una
coyuntura económica complicada, aunque a algunos les preocupen más los
porcentajes y las siglas que tener alimentos con los que llenar el estómago.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 22 de Junio 2008