domingo, 22 de junio de 2008

¿El tres por ciento?


VIVIMOS en un marco social y territorial en el que la economía y los números pretenden marcar las pautas de todo, las encuestas, las estadísticas, los votantes, etc. En la vida política tenemos que contar con lo próximo, lo inmediato. En contadas ocasiones, los ciudadanos valoran propuestas con horizontes lejanos; gobernar es hacer las cosas bien para colectivos amplios donde el bien común y la ética deben estar próximos a los intereses más demandados por los ciudadanos.
Los que estamos en la cosa pública tenemos la obligación de hacer todo lo anterior; pero también de preparar caminos y veredas que nos permitan disponer de posibles salidas ante una emergencia y no hacer una lectura sólo a corto plazo. En este marco, las estadísticas son manejables, son enormemente subjetivas y dependen de quien las hace o las defiende. De ahí que el interés público lo arropemos con lecturas que hacemos, leyendo el paisaje desde distintos ángulos en los que todos tenemos nuestro yo.
Entremos en materia. Últimamente, leemos y nos presentan en distintos medios los problemas económicos de las Islas, sobre todo, tras la crisis del ladrillo y las posibles alternativa para Canarias y su gente en las que el lenguaje frío de la calculadora comete serios errores. El reparto o distribución de bienes entre personas y el territorio tiene muchas dificultades como referencia objetiva. Así, el que comió un pollo y el que no lo probó, dividido entre los dos, nos da que cada uno comió medio pollo. Esta situación se complica cuando la geografía nos tiene separados, ya que la despensa puede estar alejada a miles de kilómetros de los demandantes de alimentos.
En este marco de relaciones, es una falacia hablar de agricultura y PIB (Producto Interior Bruto), pues agricultura es cultura, es paisaje, pero es, sobre todo, seguridad alimentaria. Leamos lo ocurrido esta semana con la huelga de transporte en la Península, duró sólo cuatro días y puso nervioso a más de uno en las Islas. Valga como referencia lo siguiente: el cultivo de plátanos y tomates no sólo son puestos de trabajo y estabilidad social en numerosos pueblos del Archipiélago, sino que tienen que ver muy mucho con el coste de la cesta de la compra en las Islas. De esta manera, las 500.000 toneladas de plátanos y tomates que exportamos pagan de fletes algo más de 60 millones de euros al año, situación que desgrava los costes de las mercancías que importamos en las Islas porque, caso contrario, los barcos irían con las bodegas vacías.
Así, por ejemplo, esta semana estaban parados más de 300 camiones-frigoríficos cargados de plátanos y tomates ante la situación de huelga, o lo que es lo mismo, de prolongarse dicha situación, tendríamos peligro serio de desabastecimiento en productos de primera necesidad. Por ello, agricultura es mucho más que PIB y una lectura de paisaje y no sería malo que los responsables de la vida política e intelectual de nuestro pueblo mediten sobre el presente y el futuro de esta tierra y sus gentes ante una coyuntura internacional con numerosos nubarrones con referencia a los alimentos, energía, clima, etc., y que planteen en cada Isla una lectura de un posible abastecimiento dentro de cada marco insular.
Para ello, hemos de hablar no sólo de suelo, agua, sino sobre todo de una cultura y sistema educativo formativo que nos integre en el espacio insular con una cultura anterior a la "Era del Petróleo". Con toda seguridad, estamos al comienzo de una nueva era en la que tendremos que hablar y tratar el uso de los recursos con otra filosofía, otras varas de medir y de contar que las que había tenido una parte de Europa y Estados Unidos desde la Revolución Industrial hasta hace poco, cuando el petróleo superó los 100 dólares el barril.
En muchos casos se impondrá el valor de uso sobre valor de cambio y se puede dar la situación de tener dinero y no disponer de alimentos. Veamos el campo, sus gentes y sus culturas con otros ojos que los fríos números del PIB y no con el supuesto tres por ciento que dicen los economistas que significa el campo en la economía canaria. Nuestra situación de dependencia nos obliga a tener unos alimentos básicos para autoabastecernos y superar una coyuntura económica complicada, aunque a algunos les preocupen más los porcentajes y las siglas que tener alimentos con los que llenar el estómago.

Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 22 de Junio 2008