domingo, 29 de junio de 2008

Hogueras de San Juan: la noche más contaminada del año


LAS HOGUERAS de San Juan constituyen una tradición de nuestra cultura. Ya desde la época precristiana, los guanches rendían culto al sol con el Beñesmén. Esta actividad, de la que se hacen eco los cronistas Torriani y Abreu Galindo, se celebraba con la llegada del solsticio de verano y en ella se hacían fiestas y fuegos, llegando incluso a una tregua en los conflictos existentes para participar todos juntos de la misma. Sin embargo, ahora se produce un nuevo marco de relaciones socioculturales en las que tienen poco que ver la simbología del fuego, el sol y el solsticio.

En los últimos años las hogueras de San Juan son tradición con un componente nuevo, ya que surge una oportunidad para la eliminación de objetos que molestan. En unos casos, el marco legal rígido no gestiona o crea numerosos trabas burocráticas y en otros, bien la comodidad y la ignorancia, hacen que acumulemos todo tipo de elementos y residuos para eliminarlos en la noche de San Juan.
Estas líneas pretenden hacer una reflexión ambiental de una situación nueva, pues las hogueras han alcanzado una situación que rompe totalmente con el fenómeno tradicional del Beñesmén, creando problemas de riesgos para el medio ambiente y la salud.
En la pasada noche de San Juan ardieron en Tenerife miles de hogueras que dieron lugar a numerosas alarmas, más de sesenta, con una amplia movilización de los equipos de Medio Ambiente, Bomberos, Policías Locales, Protección Civil, etc. Durante esa noche contemplamos desde las cumbres de la isla zonas como el Valle de La Orotava o Güímar constituidos como paisajes cubiertos de una capa de humo -cargada en muchos casos de productos tóxicos- y fuego que desdibujaban la visión nocturna de dicho territorio.
En este nuevo marco de relaciones en el medio rural, las hogueras y los cohetes crearon el pasado lunes incendios en lugares desconocidos en el mapa de riesgos de incendios de Tenerife. Así, por ejemplo, en el sur de Anaga, próximo a los caseríos, tuvimos varios conatos, ya que la pérdida de la cultura del pastoreo, y en consecuencia, la existencia de pastos secos, junto a los cohetes y hogueras, nos obligaron a realizar actuaciones en numerosos puntos.
Los más destacados se produjeron en Cueva Bermeja y Valle Crispín, en el que hubo un fuego importante que obligó a la actuación de las brigadas forestales del Cabildo y en la que las llamas alcanzaron en algunos momentos un frente de unos 300 metros. De esta forma, tuvimos a los equipos forestales en esta novedosa lucha contra el fuego, entre cardones y tabaibas, distrayéndolos de los montes para cuidar las zonas pobladas en la costa; situación totalmente inusual en nuestra geografía.
Otra novedad de la noche de San Juan son los combustibles para las hogueras. Hasta hace unos años reuníamos materiales naturales del entorno para la hoguera, ésta era eminentemente rural; ahora, las hogueras tienen un gran peso periurbano y en la misma quemamos numerosos objetos tóxicos. La hoguera de San Juan es la ocasión para liquidar envases de veneno, plásticos de invernaderos, neumáticos, colchones y una amplia gama de subproductos que amontonamos en los entornos a lo largo del año. La noche de San Juan, es con toda seguridad, la noche más contaminada del año porque no sólo lanzamos a la atmósfera numerosos gases contaminantes, sino que creamos un aire irrespirable para nuestros vecinos. El fuego, ahora, no es un elemento purificador, como en teoría lo hacía antaño, sino contaminante.
Sería deseable que tanto los vecinos como los ayuntamientos y el resto de las instituciones y administraciones comenzáramos con una nueva mentalización para los próximos años, donde los aspectos tradicionales de la hoguera no sean alterados por una cultura incívica que aprovecha la ocasión para quemar en la misma objetos que tenemos que reciclar con métodos indicados y que nunca deben quemarse sin tomar las medidas adecuadas y oportunas para preservar la salud y el medio ambiente.

Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 29 de Junio 2008