El último viernes de junio tuvimos un conato en las
proximidades del casco urbano de Los Silos, en la finca conocida como La Mariana , situada entre la
carretera general del Norte y el acantilado que separa la Isla Baja de la Tierra del Trigo. El fuego
rodeó varias viviendas y alcanzó algunos frutales, quemando palmeras canarias y
cañaverales. Gracias a los efectivos de las brigadas forestales del Cabildo, bomberos
del Parque de Icod, Policía Local, Guardia Civil y Voluntarios pudimos
controlar el conato sin que fuera a más.
Este episodio coincide con la mayoría de los conatos que
hemos tenido en el último año. Es decir, los comienzos de los incendios están
relacionados con vegetación que ha crecido en terrenos cultivados hasta hace
unos años y que ahora están abandonados; terrenos en los que no hay gestión
alguna, ya que la actividad agroganadera ha desaparecido. Así, por ejemplo, en
la isla baja en Tenerife teníamos en los años 50 más de 2.500 vacas y hoy no
alcanzamos las 100.
De esta forma, la vegetación de ocupación se acumula sin
ningún tipo de actividad humana, siendo un combustible de gran capacidad para
la propagación del fuego, sobre todo cuando llega el verano. En este sentido,
nos encontramos con un marco legal absurdo que no reconoce gran parte de la
situación en la que se encuentra nuestro territorio y en el que los usos del
mismo han cambiado, y el término "bosque potencial" es una barrera
más para limpiar dichas fincas.
La agricultura ha dejado de ser la principal razón económica
en la gestión del suelo rústico y, por si fuera poco, hemos establecido una
serie de categorías de protección sin contraprestaciones presupuestarias que
aún agrava más la situación. Por otra parte, los ayuntamientos, quitando
honrosas excepciones, apenas toman medidas para obligar a los propietarios de
fincas abandonadas al laboreo elemental que evite riesgos como lo ocurrido en
la finca de La Mariana ,
en el camino de La Hornada
(Tacoronte) o en Valle Crispín (Santa Cruz) y en tantos otros puntos en los que
hemos tenido conatos estos días.
Mientras tanto, los técnicos de Medio Ambiente de la Comunidad Autónoma
continúan aplicando sobre amplios espacios sin actividad agraria teorías de
protección alejadas de la realidad, denominándolos "suelo de vocación
forestal" sin ningún estímulo para los agricultores que quieran limpiarlos
o penalización para aquellos que los tengan en mal estado de conservación y que
se conforman como un riesgo para la población, en unos casos, y para el medio
ambiente de la Isla ,
en otros. Todo ello con unos costes económicos para la administración por la
mala gestión que hacen los propietarios de las fincas abandonadas.
Necesitamos medidas urgentes que obliguen a los propietarios
de fincas en suelo rústico a la conservación de las mismas, sin combustible en
los veranos. En caso contrario, desde las Administraciones tendremos que
hacernos cargo de la limpieza, cargando los costes de manera subsidiaria a los
propietarios. De cualquier manera, el gestor más económico del suelo rústico es
el campesino, que gestiona el territorio a coste cero para la Administración. De
ahí que el Medio Ambiente y la agricultura sean en parte una misma cosa. Demos,
por tanto, más facilidad a los que cultivan la tierra.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 6 de Julio 2008